NOTA: con el fin de ofrecer la mejor información posible, este articulo se actualizo el 17 de julio para escribir una felicitación a Ismael, si ya leiste la primera parte, en la parte final encontrarás el nuevo texto.
La historia de una de tantas Anécdotas de Ismael
Era su frase favorita, o si no lo era, al menos resultaba la que mejor definía su garra sobre la pista.
Dos décadas atrás, Isma se había ganado por méritos propios un hueco, como piloto wild card, sobre la parrilla de Jerez para correr en el Campeonato del Mundo de Velocidad, conocido ahora por todos como Mundial de MotoGP, dentro de la categoría de 250 cc.

Por aquel entonces, Honda desplegaba toda una jerarquía sobre la parrilla del cuarto de litro, encabezada por la moto oficial y seguida por las que montaban un kit de fábrica, con asistencia de la propia marca. Pero la firma del ala dorada vendía además otros kits de segunda a equipos y pilotos que acreditaran un mínimo palmarés, o como poco, las garantías de una clasificación presentable. Sin embargo, la Honda de nuestro protagonista era una carreras cliente pelada y mondada, sin kit alguno y aprovisionada con un parco recambio para afrontar uno de aquellos grandes premios.

A por todas
Con este material, el piloto madrileño llegaba a la pista jerezana imbuido en una mentalidad, ¡cómo decirlo!… La mentalidad propia de un Vitorino que se lanza sin titubeos contra el caballo del picador.
Salió a por todas desde la primera vuelta de los entrenos libres. Salió a saco prácticamente desde que soltó el embrague sobre el pit lane, o si se quiere, desde que los neumáticos tomaron temperatura después del paso por las curvas iniciales. Era el impulso natural de su casta, pura bravura, muy por encima de un posible afán de notoriedad sobre el escenario de mayor repercusión en el universo motociclista.

En una de aquellas primeras vueltas, Isma replegaba sus 191 centímetros sobre la estrecha ergonomía de la 250 a su paso por la recta de atrás. Exprimía el gas, retorcía el puño hasta pasarlo de rosca, mientras se partía el cuello para acoplar la barbilla sobre el depósito. Entre tanto, retenía la mente para no pensar en la pasada, más que probable, que pudiera propinarle cualquier rival en velocidad máxima.
A punto de meter la sexta, y divisando al fondo la curva de Dry Sack (ahora Dani Pedrosa), sintió el bufido de una moto plateada que lo rebasaba como una exhalación. En ese momento, con el colín puntiagudo de aquella máquina a punto de difuminarse en su panorama, sonó en la cabeza de nuestro protagonista la frase que da título a este modesto homenaje:
“Tú no te escapas”.

Una Frenada al límite
Entonces se lanzó con el cuchillo entre los dientes a por la frenada más drástica de la pista andaluza. Pasó ante el cartel de 300 metros con el gas a fondo, luego por el de 200, y a punto de llegar a la altura de los 100, levantó el cuerpo de golpe mientras tiraba de la maneta a la desesperada para echar el ancla. Apretó las piernas contra el depósito para sujetarse, y lo hizo con tanta fuerza que en cualquier momento el tapón parecía que iba a saltarle a la cara por la presión.
La Honda amorró, con la horquilla hundida como si el guardabarros fuese a darle en la frente, y sacudió la cola mientras la rueda trasera transitaba en vilo durante aquella desgarrada retención.
NOTA ANTES DE SEGUIR LA HISTORIA: Me viene a la mente la vez que probo los nuevos neumáticos con diferentes modelos de motos, si no recuerdo mal los Bridgestone, entre risas nos contaba como «no quería apurar mucho» pero al final acabo en una tanda adelantando «a todos», te dejo el video:
Sigo contandote: Isma aguantó y aguantó la frenada. Y cuando estaba a punto de acabarse la pista para pisar la grava exterior, giró la moto y consiguió entrar en Dry Sack gracias, simplemente, a un milagro de la física propiciado por su coraje. De hecho, se metió tan tarde en la curva que pudo ver enseguida su salida para abrir el gas a fuego, con los 100 CV escasos de su bicilíndrico.
Salió disparado a por el siguiente viraje, un codo rápido y sin nombre, en el que acariciaba con la mirada el colín plateado de su rival. Pasó inclinado al máximo, mientras iba acoplado a la Honda como si marchara sobre la propia recta, haciendo un contorsionismo forzado para que la moto no perdiera ni un ápice de velocidad por la aerodinámica.

En cualquier caso, aquella forma de negociar ese tramo no era en ese momento fruto de un depurado pilotaje, ejecutado con un frío cálculo de precisión, no. Más bien era el impulso de un ansia endiablada, alimentada por el espíritu competitivo, en ocasiones desmesurado, que Isma llevaba dentro de sí como parte fundamental de su esencia personal. Su pensamiento, su objetivo y su ambición se centraban únicamente en la trasera de aquella moto plateada. Como la mira de un francotirador, su particular universo fijaba su razón de ser, exclusivamente, en que aquella figura de trazada impoluta no se escapara.

La Trazada más complicada
Y así alcanzó el complicado viraje de Aspar, con la mirada atornillada en aquel rival que tenía a apenas diez metros delante de él. Isma resolvió la comprometida trayectoria en un equilibrio imposible, llevado por el corazón hasta pasarse con sus precarios medios sobre el mismo límite de la gravedad.
A la salida de Aspar, recortó la trazada y giró la 250 para echarse literalmente encima de aquel piloto, justo en la antesala de la curva Nieto. Y así fue cómo nuestro incipiente mundialista se arrojó, cegado por las ganas, sobre un viraje tan carismático y representativo de toda la afición española. Isma logró girar la moto y pasar pegado al piano interior, pero en el metro siguiente, el neumático delantero dijo basta y escapó a la terrible presión de un agarre imposible forzado por nuestro piloto.
La Gran Ovación
Isma deslizó con la panza sobre el asfalto hasta que finalmente entró en contacto con la estrecha franja de grava, donde se dio un lento revolcón. Una caída limpia, sin ninguna consecuencia física.
El rincón Nieto-Peluqui, emblemático donde los haya, y con su grada a rebosar en aquel día, le brindó una ovación de lujo, que se hizo mucho más intensa y calurosa cuando el speaker confirmó su nombre a través de la megafonía.

Sorprendido y casi sobrecogido, Isma me describió años más tarde, a su manera, cómo vivió aquella escena: “Fue acojonante: creo que nunca me ha aplaudido tanta gente. Casi da gusto caerse en un sitio así”.
Poco después, deambulando por los boxes, reconoció la moto plateada a la que perseguía. Llevaba el número 19, y era, ni más ni menos, que la Yamaha oficial de un tal Olivier Jaque, a la sazón, campeón del mundo de la categoría aquel mismo año.
Así era Ismael Bonilla.
Con esta foto, tus amigos Álex y Tomás no te decimos un adiós, tan solo un hasta pronto, DEP !
Actualización 17 de Julio 2020 – Feliz cumpleaños Isma
Como ya explicamos más arriba, era probablemente la expresión que mejor definía su carácter en la pista, o directamente al ponerse tras el manillar de una moto, razón por la eludía prácticamente de una forma total conducirla en carretera.
Ahora, al publicar este breve relato, Ismael Bonilla cumpliría 42 años, (17 de Julio) con ello queremos hacer nuestro modesto reconocimiento a su memoria, dedicándolo tanto a su familia como a sus muchos amigos.

Aquella mañana, se había desplazado hasta la fantástica pista de Motorland, sobre la que, como bien conoce el lector, se disputa la manga aragonesa del mundial de MotoGP. Esa vez Isma lo hizo llevando consigo una deportiva matriculada y puesta de serie para circular por la calle, al objeto de realizar su prueba para el correspondiente reportaje.
Tal y como había recogido aquella mil RR, ajustada para la carretera, la bajó del remolque sin tocarla, y la colocó sobre el pit lane para salir a rodar a una de las pistas más rápidas y exigentes del continente.
Isma llevaba apenas tres vueltas, cuando ascendía hacia la parte más alta del circuito, comenzando una nueva vuelta. Y en el momento en el que aceleraba a fondo entre las curvas 3 y 4, otra moto lo rebasó como un bólido para colocar su colín verde en el punto de mira de nuestro protagonista.
No hizo falta nada más, y su frase premonitoria sonó otra vez más en su cabeza:

“Tú no te escapas”
Fijó aquel objetivo en su mente para que, a partir de ese momento, no existiese otra cosa en el Planeta que perseguir a aquel piloto. Isma logró acercarse en la frenada de la curva 5, aguantó todo el tirón en la subida que viene a continuación, y llegó a colocarse a rebufo de la moto verde al embocar el Sacacorchos.
Luego hizo pegado a ella todo el tránsito por la curva 10, que ahora lleva el nombre de Marc Márquez. Un viraje largo y apasionante, que arranca con una vertiginosa bajada, para cambiar el rasante justo al tocar el punto más cerrado, con la sensación del asfalto pasando a toda velocidad cerca de la cara, abriendo su trayectoria después, en el último tercio.
Isma se lanzó a bocajarro mientras podía acariciar, prácticamente, el colín de aquel piloto a lo largo de esos metros absolutamente excitantes. Al coronar el final de la curva 10, la moto de tonos verdes se escapó ligeramente por efecto de la aceleración en la micro recta que llega a continuación, marcando un pequeño porcentaje descendente.

Pero el piloto-periodista logró recortar la distancia a continuación, en la serie de curvas que se despliegan al pie de la carismática muralla, para echarse literalmente encima al tirar la moto sobre la segunda variante de la chicane. Pero entonces llegó la eterna recta de Motorland, y allí el pepino verde comenzó a escaparse de una forma tan paulatina como inexorable, a pesar de los 200 CV declarados por la marca en el modelo que pilotaba Isma.
La Advertencia
En la doble que concluye la recta más larga y que enlaza con la de meta, Isma dio el máximo de sí, obsesionado con que aquel piloto no se escapara. Apuró y apuró el límite sobre aquel trance, ciego en el segmento final, mientras sentía cómo los dos neumáticos no podían resistir más una fuerza centrífuga inaudita, y comenzaban a perder la trayectoria por algunos centímetros, mientras deslizaban ligeramente, agarrándose con las uñas al asfalto. Hasta que unos metros después, el trasero dio un aviso muy serio, con un meneo de la moto que haría temblar al más pintado.

Frenar con desesperación
Pero lejos de amilanarse, Isma se vino aun más arriba cuando volvió a divisar la moto verde, más cerca de lo que él mismo había calculado, justo en el momento en el que la recta de meta desplegaba toda su anchura delante de él. El probador se acopló a la moto con espejos y matrícula como si fuera a fundirse con ella, y así transitó por toda la recta, llevando cada marcha hasta el corte del encendido. Al divisar el final, aguantó y aguantó el acelerador abierto hasta que en un gesto instantáneo, casi violento, cortó el gas y levantó su gran envergadura para crear el efecto de un paracaídas.
Y a partir de ese instante, inició una frenada que podríamos calificar de desesperada, con la moto sacudiendo el tren trasero y un ancla ficticia intentando clavarse en la pista. Mientras, la grava del fondo se hacía más y más grande en el panorama de nuestro protagonista, augurando el presagio de un grave error. Sin embargo, cuando parecía que se iba a ir largo sin más remedio, Isma dio un golpe de manillar y tiró aquella deportiva a por el primer viraje del trazado, con todo el riesgo de que la dirección se cerrara sin remisión. Pero la goma aguantó, la moto giró y milagrosamente entró en el viraje 1 de Motorland.

A una temperatura de crisol
Sin embargo la ambición de Isma era sencillamente incomensurable, imposible contenerla cuando divisaba todavía aquel colín verde tirándose a derechas, en la antesala de la siguiente curva. Nuestro hombre abrió gas hasta retorcer el puño. Y lo hizo sin ningún miramiento, sin contemplaciones, con la segunda marcha puesta, a la salida de la curva con mayor tracción del circuito.
Para aquel momento, los neumáticos de calle estaban al rojo vivo; y en ese estado, el trasero ni siquiera hizo el intento de agarrar, para escaparse de la forma más violenta, catapultando a Isma por los aires, en una de las voladas más elevadas de su carrera deportiva.

Isma era así
Para salir al rebufo de aquel piloto que iba como un auténtico tiro, no le importó que ni siquiera hubiera rectificado las presiones de calle. Así es que, con 2,5 delante y 2,9 detrás, ¡a saber cuántos kilos llevaría después de rodar de esa forma tan salvaje durante varias vueltas! Y es que así era Isma.
Por cierto, el misterioso piloto que rodaba delante de él resultó ser finalmente un tal Santi Barragán, a la sazón, campeón de Europa en 2010 de Super Stock 1.000. ¡Ah! Y la moto verde que Santi pilotaba aquella mañana era la Kawasaki con la que hizo completo nada menos que en el Mundial de Super Bikes.
Y es que, efectivamente, amigo lector Isma Bonilla era así.

Artículos relacionados con el
Recopilación de historias que te gustarán leer sobre Ismael:
- La prueba para Fórmula Moto de como metió otro Scooter ( el bmw c650 ), aquí le grabó Alex y recuerda entre risas como iban pasando a las 600 y cómo luego iban a preguntarles: Ver prueba y vídeo
- Los chanchullos para encontrar patrocinadores: Ver aquí
- Tus vídeos onboard en tu canal de youtube que no dejaban indiferente a nadie: Ver canal
- Gente con la que tan solo compartiendo un rato ya hiciste que se acordaran de ti como este vídeo de IRON FRAN
Podría seguir con un montón de historias documentadas y todas ellas no hacen mas que certificar lo querido que eras en el sector, solo hay que ver todos los medios que se hicieron eco de esta terrible, terrible noticia y no por ser frioleros o querer aprovechar el tirón, si no porque te querían y es una forma de despedirse de ti, dejo estas despedidas que creo te representan muy bien y cuentan alguna otra anécdota.
- Despedida Todocircuito de Ismael
- Despedida Formula Moto Ismael Bonilla
- Despedida Marca de Jose Moreno – Su moto amarilla y el número 13
D.E.P.
Gran homenaje a alguien muy grande y que tanto querías Tomas.
Recuerdo tus programas de radio con el de colaborador, las risas que os echabais y el buen rollo que se sentía.
Solo darte mis mayores condolencias y mandarte todo mi apoyo y cariño.
Muchas gracias en nombre del equipo de Moriwoki, y desde luego del de Canal Moriwoki.
Un abrazo.