Yamaha ideó un concepto completamente innovador dentro del mundo scooter, una línea cañera para sortear con solvencia los tediosos trayectos urbanos con los que nos toca trasegar cada día, un concepto al que muchos han llamado “scooter deportivo”. Sea de una manera o de otra, el Tmax creó una tendencia propia desde el principio, que representa uno de los súper ventas más sonados en la historia de Yamaha.
En su última aparición en el mercado, el Tmax 530 se ha diversificado en tres versiones para abarcar un abanico más amplio de futuros usuarios. Éstas son: La SX y SX Sport Edition, lógicamente con el corte más deportivo, la Standard, con una línea más sencilla y el precio más recortado, y la DX, equipada hasta las trancas, como buque insignia de la línea Tmax 530.
Y, precisamente, ha sido versión DX la que la marca de los diapasones nos ha cedido para nuestra prueba. Así es que a continuación vamos a estudiar al detalle y vamos a ver lo que da de sí esta Tmax 530 DX, en diferentes escenarios, incluyendo el propio circuito incluido.
¿Es deportiva la Tmax?
Para intentar responder a esta pregunta, lo primero que dejamos en el cajón de casa es el concepto deportivo que tenemos de una moto en general. Bien es verdad que el Tmax tiene estructura de moto, y es en definitiva una moto con el motor desplazado hacia atrás, eso sí, vestida de scooter. Pero si miramos sus interioridades, con el chasis de aluminio construido a base de tubos con sección rectangular, descubriremos que no estamos tan lejos, por tanto, de lo que entendemos por una moto deportiva.
En cualquier caso, pasemos a descubrir, a través de su comportamiento, cuánto tiene de deportiva, cuánto de touring y cuánto de moto urbana esta Tmax 530 DX.
Nos subimos a la Tmax 530 DX 2019
Realmente la posición de los pies en este exitoso scooter no es lo deportiva que tal vez sugiere su fama, o la que le han otorgado sus devotos incondicionales, quedando bastante más adelantados, cuando los colocamos en horizontal, y no digamos ya, claro está, elevándolos al estilo custom-cruisser sobre las plataformas oblicuas, situadas tras la parte más baja del escudo.
Sin embargo el manillar sí que se sitúa delante de nosotros al estilo naked más deportivo que encontramos en el mundo de la moto. Aferrado justo encima del eje de la dirección, su recortada envergadura nos coloca las manos en una posición ideal para atacar la entrada a cada viraje y hacer el paso por curva con un buen control sobre el conjunto. Lo mismo ocurre con nuestra colocación sobre el asiento, llevando el tronco erguido, en general, si bien es verdad que la extraordinaria amplitud de su espacio para el motorista permite una libertad de movimientos fuera de lo común.
Sí es importante apuntar el detalle de que la altura de este asiento (800 mm) engaña, ya que la anchura que abre en la línea sobre la que nos sentamos, obliga a pasar parte de nuestros muslos sobre su superficie, de manera que, con una estatura de 1,72 m, por ejemplo, se llega de forma justa con ambas puntas de los pies al suelo.
El Tmax en el circuito
Bien. Pero para hacer la prueba que verdaderamente buscábamos, desvelando las cualidades más deportivas de este auténtico coco de los scooters, me trasladé hasta nuestro circuito habitual, el de FK-1, situado en la provincia de Valladolid, y allí me enfundé el mono de carreras para subirme a este Tmax 530 DX.
La primera sensación al sentarme me resulta verdaderamente extraña. Con las botas de velocidad, llevadas a una posición tan adelantada, buscaba retrasarlas con cierta desesperación, incluso suspendiendo la suela sobre algún resquicio posterior de las plataformas, que no existe. Finalmente me resigné, y adapté la posición de los pies y la postura de las piernas a la situación que fija el Tmax, ya que, al fin y al cabo, su concepto es el de un scooter.
Arranco desde el box y recorro el pit lane para que a continuación, las primeras curvas, tras el manillar corto y prácticamente plano, lleguen con más naturalidad de la que esperaba, llevando el trasero lo más atrasado posible para abordarlas con el tronco un tanto aplanado, y poder moverlo así de una forma más progresiva hacia el interior en los puntos de mayor inclinación.
Aun así, todavía no empiezo a inclinar verdaderamente durante la primera vuelta, simplemente voy tanteando una postura, tan extraña en un circuito, y observando las reacciones y el comportamiento del Tmax, llevándolo por cada uno de esos complicados trances de la pista, algunos incluso con tres radios en la misma curva.
Al encarar la recta de meta, de una generosa longitud y un tanto desproporcionada incluso para el trazado total, acelero a fondo, dejando que el variador diseñado por Yamaha haga un extraordinario trabajo, rindiendo los 46 CV del bicilíndrico con una efectividad francamente insospechada.
¿Con qué roza el Tmax en el asfalto?
Llega así la curva uno; un viraje redondo de izquierdas, tas la consiguiente apurada de frenada. Apretando las dos manetas, siento de inmediato la pulsación sobre la que controla el freno trasero, y me meto hasta los entresijos de la curva para tirar adentro el Tmax con la determinación y el desparpajo a los que me invita la posición que llevo sobre el manillar. La moto gira de inmediato. Se inclina con una facilidad asombrosa, con una segura determinación, y de repente… ¡Ras! La estridencia del metal rozando sobre el asfalto me sorprende. Apenas si he entrado en el viraje, cuando aún me quedan más de dos tercios de la curva, y ya estoy rozando con los bajos del Tmax.
Salgo de este primer viraje, hago un cambio de dirección exigente, casi radical, para embocar la curva dos, de derechas y con doble radio. Cuando voy a hacer el paso junto a su segundo vértice, ¡otra vez la estridencia del metal! Sí, y ahora por la derecha.
Así transcurre el resto de la vuelta, rozando en todas las curvas, indiferentemente del lado al que me tumbe, y casi siempre en la propia entrada, cuando aún no he empezado a hacer el paso por curva propiamente dicho.
Después de cuatro o cinco vueltas de tanteo, me detengo en boxes para examinar los bajos del Tmax, y ver qué es realmente lo que roza con el suelo. Ya me lo había advertido nuestro colaborador Isma Bonilla, que probó el scooter de Yamaha en el circuito para componer este reportaje. El caballete central. Efectivamente, toca en ambos extremos, justamente las puntas de sus patas.
Sabiendo ya cuál es el causante de aquel ruido tan secante, vuelvo a la pista para comprobar que, aunque toquen los extremos del caballete, muestran cierta flexibilidad, sin llegar a comprometer el apoyo de ambos neumáticos, particularmente del trasero, si no me paso acostando el Tmax sobre el viraje. Teniendo esto en cuenta, comienzo una serie de vueltas para tratar de analizar con más calma, e incluso de disfrutar del pilotaje que puede ofrecer el Tmax sobre una pista de carreras.
Entrar en la curva con el Tmax 530
Como hemos dicho, la entrada en el viraje, resulta prácticamente intuitiva. Con un solo gesto y casi sin que nos demos cuenta, ya lo hemos metido en la curva, para hacer el paso con un buen apoyo, a pesar de la extraña postura que llevan los pies. El Tmax mantiene el tipo durante la inclinación, mostrándose muy sólido, a pesar del roce podríamos decir prematuro de su caballete.En la salida de la curva, este maxi scooter se muestra tan firme y compacto que uno no sabe decir si no lo resulta más, incluso, que a la hora de ejecutar la entrada. El caso es que el Tmax sale como una catapulta, gracias a la contundencia con la que su variador aplica la aceleración, y gracias también a la firmeza que ofrece el chasis de aluminio, fijando los 216 kilos a la pista para mantener al milímetro tanto la compostura como la trazada que le marcamos.
El Tmax por carretera de curvas
Como conclusión tras la experiencia en pista, podemos decir que el propietario de un Tmax 530 DX se podrá divertir tal vez inesperadamente a lo largo de una carretera retorcida de montaña, ésas misma que son las favoritas de muchos motoristas para sus salidas matinales de domingo, y que una cosa es rozar fácilmente con los extremos del caballete en el circuito, y otra bien distinta es hacerlo en una ruta abierta, donde redondeando bien la trazada será bastante más difícil que se produzca ese toque, incluso en los ángulos más cerrados.
Pero veamos qué es lo que da de sí este súper ventas de Yamaha en otros escenarios mucho más habituales.
El Yamaha Tmax en ciudad
Su radio de giro, y su manillar, atacando como hemos apuntado sobre el eje de la dirección, recortan la maniobra del cambio de sentido como la media vuelta de un soldado. Ésta es la primera baza urbana que llama nuestra atención al moverla en el garaje o sobre cualquier calle vecinal. Después destacan su estrechez y su soberbia agilidad, permitiendo tirarla, a un lado y al otro, casi con desprecio, como si fuéramos haciendo el eslalon de una yincana urbana.
Por último, en este aspecto ciudadano, su contundente patada -tratándose de un scooter-, regulable al milímetro desde cero y prolongada en una aceleración de lanzadera, le catapultan hasta la campeona absoluta de la urbe. Una aceleración que siempre podemos variar a voluntad, en cualquier de las versiones del Tmax, seleccionando el modo S o el modo T, correspondientes a Sport y Touring, y rindiendo, respectivamente, 46 y 38,6 CV.
Cómo frena el Tmax
Con unas pinzas monoblock y unos discos de 267 mm, la frenada principal está garantizada y apoyada, además, sobre la horquilla invertida. El tacto del freno delantero es sencillamente excelente, resultando muy suave y preciso en los primeros milímetros, y cogiendo cuerpo bajo los dedos al apretar con exigencia, sin perder esa precisión; algo que se agradece sobre manera en “una moto” sin cambio de marchas, si bien es verdad que el bicilíndrico de cuatro válvulas ofrece cierta retención al cortar que no es común encontrar en el mundo scooter. Y es que, frente al cero absoluto, el cero coma dos toma una importante valoración.De otra parte, ya hemos comentado que el ABS sorprende con su actuación sobre el tren trasero, cuando no esperas que el neumático vaya a arrastrar, ni por falta de agarre ni tampoco por falta de apoyo, ya que una moto tan larga y con tanto peso atrás hace difícil que el conjunto bascule hacia adelante, restando con notoriedad el apoyo de la rueda posterior.
El Tmax en la autovía
Mantiene los 120 por hora con el motor a un régimen francamente bajo, después de ser uno de los scooters más rápidos en alcanzar los cien, incluso con su modo T seleccionado. A esa velocidad de crucero por la autovía, obtendremos un consumo muy competitivo para el día a día, que podremos ir controlando con el ordenador de a bordo; mientras que, por otro lado, dispondremos aún en el puño de una contundente aceleración para escapar, con un simple gesto del puño, de cualquier situación comprometida que nos pueda preparar el tráfico nutrido y rápido de la circunvalación.Con 5 litros a los cien de consumo medio a lo largo de nuestra prueba, incluyendo todos los recorridos, podemos contar un una interesante autonomía de 300 kms –más en el caso de la autovía- que nos brindan los 15 litros que caben en el depósito.
Protección para el conductor del Tmax 530 DX
Repasando de abajo a arriba, el escudo cubre muy bien los pies y las piernas. En cuanto al tronco, la carrocería y la pantalla protegen la sección central, dejando los hombros y los brazos expuestos al flujo frontal. Por la parte más alta, tapa hasta la frente del casco, puesto en un individuo de 1,92 m, con la pantalla situada sobre su línea más elevada.
Las manos, como resulta casi inevitable en la mayoría de los scooters, quedan totalmente expuestas al viento.
Cómo va el pasajero en el Tmax
Las estriberas dispuestas para nuestro acompañante viajan de la forma más discreta y acoplada, mientras van replegadas; sin embargo su estilo resulta un tanto espartano, en una moto que ofrece al pasajero un asiento espacioso y además calefactado (en esta versión DX), con unas generosas asas bordeando sus contornos laterales, para viajar bien sujeto, sin la necesidad de incomodar al conductor, por ejemplo, en alguna frenada exigente.
Detalles del Tmax
Los retrovisores del Tmax 530
Quedan muy adelantados, en una posición que daría una excelente perspectiva de lo que se mueve a ambos lados, en nuestros carriles contiguos de la autovía, pero el diseño que parecen haber seguido para hacer juego con todo el conjunto recorta notablemente el panorama que nos ofrecen, centrándose exclusivamente en nuestra retaguardia. De esa manera, se pierde una excelente posición para divisar buena parte del ángulo muerto, oculto en cualquier moto.
Hueco bajo el asiento
Con su lamparita de cortesía encendida, se abre para albergar holgadamente un casco integral de cualquier talla y silueta, prolongando un breve espacio hacia atrás que permite guardar algunos objetos planos o cualquier prenda fina.
Tras el escudo, en el margen derecho, se sitúa una amplia guantera, con fácil acceso a su interior y una toma de 12 V, que queda cerrada con el bloqueo de la moto.
La luz del Tmax
Es halógena convencional, y conmuta la de cruce con la de carretera, sin superponerse la segunda, como ocurre en otras motos y scooters. En cualquier caso, el haz de luz que proyecta es suficiente para hacer visible el panorama que se nos avecina por el frente.
La luz trasera, al igual que los indicadores de dirección, resultan bien visibles por los demás conductores, a una distancia muy superior a la que resulta suficiente.
Electrónica y componentes automáticos del DX
La pantalla es regulable en altura de una forma automática, a lo largo de 135 mm. Tan sólo nos bastará con pulsar un botón hacia arriba o hacia abajo, eso sí, con la exigencia de que la Tmax DX esté parada. Todo un lujo a valorar en el mundo scooter, y en el de las dos ruedas en general.
Las dos plazas del asiento los mismo que los puños son calefactables. De esta forma, junto con la pantalla automática y el control de crucero, Yamaha hace la competencia con esta versión DX de su Tmax a la escasa gama GT que muestra el mundo del scooter.En cuanto a la conducción, ofrece, como ya hemos mencionado, los modos S y T, además de un control de tracción, que si bien no es de los más sofisticados, como los que montan todas las deportivas y algunas maxitrail, sí que cumple una función de salvaguarda, lo mismo que el ABS, evitando la derrapada a un conductor, que por muy deportiva que se quiera entender esta Tmax, será más bien un usuario urbano y nunca un piloto…, o tal vez sí, porque nos consta que más de uno de ellos tiene una predilección especial por el Tmax.
Antirrobo
Al bloqueo convencional de la dirección, esta vez accionado de forma eléctrica con el control de la llave de proximidad, Yamaha añade un novedoso sistema que bloquea la basculación del caballete central. No obstante esta moto es para meterle un localizador y un antirrobo chulo.
https://youtu.be/RcdWPh2njj0
Conectividad
La marca del diapasón incluye un modo de conexión con nuestro teléfono, por medio de una app, al que ha llamado “My Tmax Connect” (Disponible sólo en versiones SX y DX). Ofrece, entre otras informaciones interesantes, como alertas del mantenimiento, información del viaje e incluso un rastreador de la moto incorporado a su GPS.
Mejorable
Las estriberas del pasajero francamente rechinan por su aspecto espartano, frente a la comodidad que el Tmax ofrece a nuestro acompañante y frente al precio final que paguemos, sea cual sea la versión elegida.
Además, debemos de añadir en este apartado, la particular intrusión que ya hemos mencionado del ABS en el freno trasero, que al pecar de conservador en exceso, reduce sensiblemente su capacidad de retención.
Cuánto cuesta el Tmax 530
Las tres versiones en las que se ha diversificado la exitosa apuesta de Yamaha, abren un abanico de precios para alcanzar al mayor número posible de usuarios:
- Tmax Standard: 12.299 euros
- Tmax SX: 13.199 euros
- Tmax SX Sport Edition: 14.199 euros
- Tmax DX: 14.199 euros.
Opinión sobre el Tmax
Un scooter que no por conocido deja de resultar sorprendente a quien lo prueba por primera vez. Su agilidad y sus prestaciones forman un cóctel irresistible para muchos, que embauca a un público muy numeroso, hasta crear ese síndrome Tmax en el mercado, que ha disparado sus cifras de ventas casi desde la aparición de la primera versión.
Un auténtico campeón para desenvolverse por la ciudad, llevándonos incluso a disfrutar entre calles y esquinas, con una facilidad sorprendente para salir de los atascos más hacinados.
Por otro lado, un compañero único en los desplazamientos interurbanos del día a día, para todos aquellos –cada vez más- que viven en el extrarradio, o en alguna localidad de la provincia, y hacen vida laboral en la ciudad. Además de ello, esta versión DX se presenta como una forma confortable de viajar en un scooter, con unas prestaciones propias de una moto media.
El pasajero creo que no lleva asiento calefactable, solo el conductor.