Con la llegada del calor, se produce el impulso natural de desprenderse de la chaqueta, e incluso del pantalón, que utilizamos para conducir una moto durante todo el año, para quedarse ligeros de ropa. Lo mismo ocurre con el calzado, e incluso con las manos. Y también el alcance de ese impulso llega hasta el casco.
De esa forma, es habitual ver en las ciudades a motoristas en manga corta y pantalón también corto, o en el caso de ellas, con prendas que dejan al descubierto no solo los hombros, sino incluso media espalda. Una imagen habitual, que no se restringe en exclusividad al casco urbano, sino que se extiende a las autovías de circunvalación, e incluso a la autopista.
Inconsciencia o desconocimiento
Este grado de ignorancia, de inconsciencia o de negligencia, según cada caso, incluso llega a ser mayoría en calles y plazas, representada casi siempre por los que cuentan con menos experiencia, o ninguna e absoluto.
Lo primero que le cabe a uno pensar es que estas personas nunca se han caído de una moto, y si han pasado por semejante percance, ha sido en parado, o a muy baja velocidad, pero que, en definitiva, nunca han sufrido un arrastrón ni han visto en su equipo, en su mono, en sus guantes o en su casco, los efectos que provoca la abrasión del asfalto.
Bien. Lo dejamos en este punto, porque la dirección que busca este artículo no es la de enviar mensajes intimidatorios para amedrentar a los más incautos, que por buscar una ínfima sensación de alivio – a veces nula- contraen un alto riesgo, a la postre innecesario.
Efectivamente, cuando vemos a alguien semidesnudo conduciendo una moto, nos cabe pensar que no se ha caído; pero por otro lado, nos surge otra posibilidad y es la de que también es probable que nunca hayan probado cómo se siente uno en marcha con un equipamiento específicamente diseñado para conducir una moto en verano.
Una corriente de aire
Permítame el lector que, llegados a este punto, eche mano de un recuerdo personal que, a decir verdad, no tiene una relación directa con el mundo de la moto, pero que sin embargo resulta de lo más descriptivo respecto al sofocante calor, y con el que un servidor tratará de establecer un paralelismo que explique de una forma bastante clara la siguiente exposición.
Resulta que había leído en varias publicaciones especializadas de atletismo que entrenar con una camiseta elaborada a base de un tejido técnico, que fuera capaz de evacuar el calor, resultaba netamente más eficaz para hacer frente a las altas temperaturas que correr con el torso completamente desnudo.
Preparando el maratón que se corre en la ciudad más cosmopolita de El Planeta llegó entonces sobre nuestro país una larga ola de calor que puso el entrenamiento al límite. Recuerdo la sensación engorrosa de la camiseta puesta sobre la piel, acostumbrada a la desnudez de la playa, durante las primeras veces que iba a entrenar con un intenso calor, antes de dar la primera zancada, antes siquiera de salir de casa; una sensación a la que ya me había habituado y que, sin embargo, aún me causaba rechazo, con deseos de quitármela al empezar cada entrenamiento en aquellos diez días de cuarenta grados a la sombra.
Desde los tres minutos de iniciarse la carrera por la playa, con un sol de justicia cayendo directamente sobre la espalda, el efecto de la transpiración en marcha hacía algo más soportable el entrenamiento en los primeros dos días, para convertirse en un trabajo físico incluso llevadero durante los siguientes.
Bien. Volviendo al mundo de la moto. Es comprensible que soportar la espera de un semáforo, con el fogón del mediodía cayéndote encima, resulta sencillamente sofocante. Lo es con chaqueta calada de verano y en camiseta, lo es con un vaquero de moto y con un pantalón corto de atletismo, con guantes calados para el calor y sin guantes. Sin embargo, en el momento en el que nos ponemos en marcha, se forma una corriente de aire que la chaqueta calada expande por todo el cuerpo, proporcionando una cierta sensación alivio, mientras que con la simple camiseta, el flujo de aire que llega por el frente impacta con el centro, o bordea nuestros costados, pero en ningún caso se reparte y extiende como lo hace el efecto de la chaqueta veraniega, como esta Hevik Paride, y otras muchas que ofrece el mercado.
En cuanto al pantalón, apenas si existe diferencias, a nivel de sensaciones, con respecto al sofoco que puede transmitir un jean de moto, u otros pantalones, bien con ventanas de ventilación o bien más ligeros, como los que muestra nuestro reportaje sobre equipamiento para el verano. Eso, por no hablar de los completamente calados, haciendo juego con la chaqueta de verano, que muestra la foto superior.
El calor en el circuito
Recuerdo viéndome a mí mismo durante unos entrenamientos en Jerez, con treinta y muchos grados, integrado en el grupo de pilotos que nos hallábamos esperando sobre el pit lane mientra mirábamos con ansiedad el semáforo rojo. Nos disponíamos todos sobre una estricta fila india, atrincherados, achantados, uno a uno pegados a la pared. Todos enfilados bajo el hilo de sombra que proyectaba a esa hora el edificio de los boxes. El calor, con el mono puesto y la temperatura que desprendía el motor era insoportable.
Por fin, la luz verde. Bien, pues con los primeros metros de marcha llegaba desde el frente un frescor insólito que provoca el flujo del aire con la evaporación del sudor sobre la el conjunto técnico de Hevik (sotomono de dos piezas), que llevaba puesto bajo el mono.
Luego, rodando en pista, por supuesto que se siente el calor, sin duda; pero no llega a resultar tan sofocante como se antoja minutos antes, en los boxes; tanto es así que las vueltas pasan con nuestra mente concentrada en el pilotaje, mientras sudamos sin percatarnos de ello, pudiendo llegar en algún entrenamiento al principio de la deshidratación sin que nos hayamos dado cuenta.
El primer síntoma al que debemos de estar atentos es el de la boca seca; y a continuación, una ligera –a veces muy ligera- sensación de vahído, particularmente en las aceleraciones más drásticas. Por eso resulta de lo más recomendable, como en cualquier actividad física en una jornada de intenso calor, beber una buena cantidad de agua repartida a lo largo del día; apuntando el camelbak aparte, como un dispositivo siempre muy efectivo.
Un calor atenuable con mentalización
Las situaciones con sensaciones más extremas de calor llegan, probablemente, sobre la autovía. Con cuarenta grados bajo el sol, atravesando el valle del Guadalquivir a una velocidad constante de 120, durante largo tiempo, el viento que recibimos por el frente es literalmente un soplete gigante: nos podemos sentir bajo el fuego de un lanzallamas. En esas circunstancias extremas, tan sólo nos quedan dos opciones.
La primera es un intenso trabajo de mentalización, un gran esfuerzo del pensamiento para apartar el calor de su protagonismo.
En la ciudad, con las arrancadas y las paradas, con las sombras de los edificios y la ventaja de tratarse de trayectos muy cortos, en comparación con los de un viaje, se puede lograr con cierta perseverancia. En el circuito, con la exigencia del ritmo, la velocidad y las frenadas, la propia concentración en el pilotaje hace la mayor parte del trabajo para apartar de la mente de esa sofocante sensación de calor. Sin embargo en la autopista, sin una sombra y a una velocidad constante, sin distracciones durante largos kilómetros o se cuenta con una alta capacidad de abstracción o se entrena una mente muy fuerte. De lo contrario, resulta casi imposible sofocarse cada dos minutos.
Resumen frente al calor en moto
Así pues, recomendar el equipamiento de verano en moto a quien jamás lo ha probado, resultaría tan aventurado como incluso incompatible en los días de calor más agobiantes; todo ello, claro está, si se mira bajo el punto de vista exclusivo del puro calor, y sin tener en cuenta ni un solo factor de riesgo. Sin embargo y más allá de consideraciones fatalistas, e incluso moralistas, sobre la grave abrasión que podemos sufrir en caso de arrastrón, resulta que la sensación de sofoco se alivia de una forma apreciable con una chaqueta diseñada para las épocas de calor más intenso. En cualquier caso, la gráfica que componen dos parámetros como la sensación de sofoco y el riesgo cierto y real, evidentemente apunta, con el sentido común como guía, al equipamiento motorista para el verano.
*Con nuestro agradecimiento a soymotero.net por la cesión de algunas de las fotografías que ilustran este reportaje.