La primera vez que lo escuché fue en la extinta concentración de Andorra, en su última edición, allá por el año de Nuestro Señor de 1977.
A esa edad en la que somos tan impresionables, pues sí, a fe que me impresionó; particularmente cuando por primera vez llega a tus oídos el aullido de un tetracilíndrico con mil c.c., entregando el alma mientras corta el frescor pirenaico, en una época en la que lo único que escuchábamos era el petardeo de Montesas y Bultacos, Ossas también, y el ronquido de una Ducati mono engendrada en el Poble Nou.
El Corte se quedó con nosotros
A lo largo de todas estas décadas esos cortes de encendido con escapes, a veces como el de este detallado reportaje, a los que se les desmontan el Db killer. Estos cortes, que muchas veces se provocan en un tono festivo y muchas otras en uno más bien exhibicionista, para bien o para no tan bien, han puesto la banda sonora a cualquier reunión motera, por pequeña que esta sea.
No voy a entrar en si un servidor se siente identificado con esa forma de festejar el motociclismo en cualquier escenario y a cualquier hora, porque estimo que no es de interés del lector; pero lo que uno no puede evitar, si me lo permite, es cuando menos sonreír al leer anuncios rematados con pretendidos atributos como “Nunca ha entrado en circuito”.
El Corte en el Tourist Trophy
Bien. Pero este breve prefacio realmente es para llevarnos a la Isla de Man, durante las dos semanas del Tourist Trophy. A esta última edición, acudió un buen amigo de quien firma este editorial. La mayoría de los comentarios que le hice, previos a su viaje, eran para recalcar la manera insólita, la pasión devota, con la que se vive la moto en aquel rincón del Planeta, particularmente durante esos quince días.
Servidor ha estado allí en un par de ocasiones, una de ellas viviendo las dos semanas completas del TT, la de entrenamientos y la de carreras. Y ponía énfasis, al hablar con mi amigo, en algunos detalles que verdaderamente llaman la atención.
Uno de ellos era precisamente la ausencia absoluta de esta acción, el corte del encendido. Un extremo que había contrastado, además, con otro compañero de prensa, que había acudido a la Isla igualmente en dos ocasiones, pero alternadas con las que fui yo mismo. En total, cuatro ediciones. Lo cierto es que ni él ni servidor echamos de menos esos sonidos, sino que su ausencia terminó por llamarnos la atención; siendo además que allí se aglutinan varias de las etnias tradicionalmente más alcohólicas de la historia.
Pues he te aquí que durante los días de este último TT, en el fin de semana intermedio, la mujer de mi amigo me comentó que sí, que por extraño que me pareciese, sí, sí que mi amigo había escuchado durante la noche algún corte de encendido. ¡Vaya! No me dio más detalles, dejándome con mi particular sorpresa.
A la vuelta de mi amigo, en una charla distendida sobre todo lo que acababa de vivir en el TT 2023, salió, claro está, el asunto del corte, y me relató con detalle cómo sucedió, ya que él acampó bastante cerca, precisamente, de la moto protagonista de aquellos cortes.
Al parecer fue uno, y solo uno, el autor del particular concierto, rompiendo el cielo nocturno que arropaba el descanso del campamento, y por extensión, de todo el paddock, en el que duermen muchos, muchos de los pilotos. Cuando mi amigo se acercó hasta aquella moto, atraído por la atención que reclamaba el escape, llegó casi al mismo tiempo que la policía. Uno de los agentes se acercó hasta el pretendido músico, español, para más señas. ¡Qué le vamos a hacer!
-Señor: su moto está averiada, ¿no es cierto?
El incauto concertista, de puño alegre, respondió desconcertado, titubeando.
-¡Ah! No, no señor. No está averiada…
-Bien. Entonces es que la estaba probando, comprobando que está bien.
-Sí. ¡Sí señor! Está bien.
-No tiene ninguna avería, porque, si la tiene, no se preocupe: Nosotros nos la llevamos, la retiramos del recinto y se la guardamos.
-No. ¡No señor! No hace falta. Está muy bien. Está perfecta.
-Entonces no será necesario que vuelva a hacer esas pruebas con el escape…
-No, no. No señor: Ya no la arranco más.
-Muy bien entonces. Buenas noches.
Y la policía se retiró.
Se habla mucho, se dice mucho, se escuchan muchas opiniones, hay muchos comentarios, pero lo que hay sobre todo acerca del Tourist Trophy es mucho, mucho desconocimiento. Algunos de los que hablan y opinan ni tan siquiera saben dónde está la Isla de Man.
Servidor siempre señala lo mismo: Todo motorista que sienta la moto con verdadera profundidad debe, al menos una vez en su vida, acudir al TT. Allí, en la Isla, desde hace generaciones enteras, se vive el motociclismo con una devoción insólita, algo único en el mundo, donde Ella, La Moto, es algo así como una vaca sagrada, una forma de entender las dos ruedas, las carreras y la propia existencia que desde aquí, o simplemente desde fuera de La Isla, resulta imposible de entender.
Los que se dedican a esa práctica de llegar al corte del encendido sólamente consiguen una cosa: Que desprestigien a los motards/moteros de verdad.
Al igual que los que van levantando rueda, adelantando de cualquier manera, los que llevan un escape muy ruidoso y molesto, etc.
Esos no son motards/moteros, son simplemente gente que van en moto, pero no la sienten.
Siento verguenza ajena cuando los oigo/veo.
Y sí, soy motard/motero de toda la vida, desde mi primera moto allá por 1975
Saludos.
Cierto de hecho yo nunca me considerare “motero” soy y seré motociclista , por que me gusta el TT , las carreras en circuito, los viajes y sobre todo todas las motos y estilos ( inciso , motos 2 ruedas , sobre engendros de 3 , solo salvo los Sidecar )