La cifra de su potencia impresiona, y su aspecto, con esos trazos de avispa que inspiran su frontal, sencillamente impone; sin embargo, tanto al sentarse sobre ella como al girar el puño del gas, la sensación que transmite resulta infinitamente más amigable.
Así pues, pasemos a ver en marcha, desde la ciudad hasta el circuito, qué es todo lo que nos hace sentir esta fantástica súper naked.
Muy Cómoda
La idea de una naked super deportiva nos lleva a lo que podría ser algo así una súper bike con manillar plano, haciéndonos pensar en una moto de postura tan radical que, o vas realmente de prisa o su conducción tiene escaso sentido. Sin embargo, al subirnos a la 1290 Super Duke R, percibimos una sensación bien diferente.
La primera impresión que nos llega es la de haberte sentado en una naked turística. El trasero queda en una posición media, ni adelantada ni atrasada, integrado en la moto y no encima de ella; las manos caen de una forma natural sobre un manillar de posición recta, y más bien elevada, para que los pies se eleven y retrasen, eso sí, colocándolos en un punto más deportivo.
177 CV ¿Dóciles?
Al instante siguiente de pulsar el botón de arranque, se deja oír un ronquido grave y profundo, que estremece dentro del garaje, o que engendra excitación en el box del circuito. Es la banda sonora de Mattighofen, que con sus notas vibrantes, rotundas y elocuentes, nos pone en situación sobre una de las motos desnudas más rápidas y efectivas del mercado.
Sin embargo, al soltar el embrague, después de engranar la primera, sin un clanc ni ningún clonc, el enorme bicilíndrico inicia una marcha pausada, un verdadero desfile a punta de gas, que nos lleva, por ejemplo, a lo largo de un garaje comunitario.
Lo cierto es que sorprende la facilidad con la que este propulsor de altas prestaciones, y recio carácter, se mueve por la ciudad al paso de quien busca una dirección, sin un solo amago de traqueteo, sin una pulsación, y sin la más mínima protesta. Un verdadero prodigio de suavidad que se extiende a todos los regímenes, hasta al alcanzar el rango comprendido entre las 7.000 y las 9.750 rpm del corte, donde la 1290 Super Duke R se destapa como un cohete interestelar pero sin perder un ápice de esa suavidad.
Por otro lado, ya no queda ni el más mínimo rastro de aquel salto, incómodo y a veces abrupto, con el que respondían algunas KTM del pasado al girar el puño desde cero hasta el primer milímetro de su recorrido. También cabe decir algo muy semejante en cuanto a la conexión entre el acelerador electrónico y la respuesta del motor a cualquier régimen, porque se siente simplemente micrométrico.
Sencilla casi para cualquiera
Ciertamente una naked de estas prestaciones hace imaginar una geometría radical, con el peso muy cargado en el tren delantero, para hacer un pico bien marcado en la trazada de cada sencilla rotonda o al doblar una simple esquina entre dos calles. Sin embargo, la 1290 Super Duke R hace tan fácil como progresivo el giro para entrar a cualquier viraje, que incluso la mano de un principiante puede girarla para virar en cada curva con la docilidad de un perro lazarillo.
Por otra parte, este auténtico pepino de manillar plano puede tirarse a por la curva con la determinación que le exijamos a golpe de contramanillar, porque lo cierto es que mueve sus 195 kg a golpe de cintura con la rapidez o con la pausada progresividad que le marquemos, igual que haría un corcel bien domado. En definitiva, esta súper naked resulta fácil de conducir, se mire de la manera que se mire.
En cuanto a los mandos, cabe decir que la precisa suavidad que ofrece el embrague vale también para la palanca del cambio, con la supersónica ayuda de un quick shifter. Resulta llamativo cómo los austriacos han conseguido que este dispositivo, directamente traído de las carreras, que tradicionalmente no se ha llevado con los bicilíndricos gigantes, sincronice a la milésima con la entrega de los 141 Nm, tanto hacia arriba como reduciendo.
En plena curva con la Super Duke R
Tuvimos la oportunidad de probarlo a fondo en la pista de FK1, y podemos decir que el paso por curva se siente tan sólido que resulta monolítico; algo así como el carrito pasando por la montaña rusa, agarrado por debajo a sus raíles. Te puedes acostar, literalmente, sobre el viraje a poco que el asfalto ofrezca un mínimo agarre. Y si el pavimento no nos parece todo lo fiable que nos gustaría, la posición de conducción, junto con la nobleza de la parte ciclo, permite plantarte al quite de cualquier eventual derrapada, por remota que resulte.
Por otro lado, en los cambios de dirección más rápidos, esos que nos llevan de una variante a la otra de una ese, podemos apuntar la rueda delantera a una moneda y a fe que pasaremos justo por encima de ella, por muy alta que sea la velocidad que llevemos.
En cuanto a la frenada, está encargada a dos discos flotantes de 320 mm, mordidos por sendas pinzas Brembo monoblock de anclaje radial, con cuatro pistones. En la parte trasera un disco de 240 mm, junto con una pinza de doble pistón, se encargan de mantener la moto horizontal mientras ejecutamos las frenadas más exigentes.
Y es que el apoyo en el tren delantero de la Super Duke R uando resulta tan fiable sobre la pista que, cuando apretamos la maneta antes del viraje, nos permite seguir manteniendo la mano encima, aún con una buena presión, después de habernos metido hasta la cocina de la curva. Da la impresión de que la Super Duke R va a ser capaz de pivotar sobre la rueda delantera, con el tren trasero en el aire, tal y como lo haría una moto de trial.
Los Modos y las Formas
Cuatro son los modos de conducción que programan tanto la entrega del motor, como la intervención del ABS y el control de tracción. Lo cierto es que la electrónica de esta versión se ha afinado, más todavía, lo mismo que la respuesta general de motor, ejerciendo en muchas ocasiones un control sobre la marcha que no percibirás, a menos que te percates del aviso registrado en la espléndida pantalla TFT que informa absolutamente de todo.
El control de crucero y el sistema MSC que supervisa la estabilidad, también con el ABS en curva -ambos desconectables en el modo Supermoto- engrosan el inventario electrónico de esta super naked, que gestiona el módulo 9.1 MB firmado por Bosch. Y más allá de todo ello, el antiweely y el launch control se ven rematados por el detalle que constituye la llave de proximidad o por la sofisticación que representa el control de la presión de ambos neumáticos.
En la Pista con la Super Duke R
Con todo lo que llevamos contado hasta ahora, ya se habrá hecho una idea el lector de que no hará falta recomendar esta soberbia KTM para dejarse caer por el circuito de cuando en cuando, y hacer unas tandas libres. o un buen curso de conducción deportiva, incluso en los trazados más rápidos de nuestro país.
La inscripción con esta Super Duke R en alguna de estas actividades nunca resultará un dinero mal invertido.
Además de todo lo descrito, la ergonomía de la 1290 Super Duke R permite movernos para buscar la postura más racing, con el cuerpo prácticamente fuera de la moto, para hacer un paso por curva en el que podremos incluso evitar el roce de la estribera y marcar unos cronos bastante presentables.
Y es que el fantástico agarre y la nobleza que ofrece el conjunto ciclo después de girar nos permitirán abrir a fuego para salir de cada curva catapultados a la siguiente por la inaudita aceleración de los 177 CV puestos directamente sobre la rueda trasera. Un momento en el que el anti weely nos garantizará una pisada horizontal sobre la pista, haciendo de nuevo más fácil la conducción, o en este caso el pilotaje.
Un Precio de Competición
Tal y como está el mercado actual y con todo lo que ofrece la Super Duke R, los 17.999 euros que cuesta resulta una cifra de lo más competitiva. Evidentemente podrá pensar algún lector, si únicamente tiene en cuenta el guarismo, que es una cantidad elevada. Desde luego que lo es, claro está; pero siempre se pone la misma referencia de que un Rolls por 50.000 euros es barato y de que una barra de pan por Tres resulta carísima.
Mejorable
Hay un par detelles, con una importancia superficial, que sin embargo y a nuestro modo de ver, convendría pulir en una máquina tan bien rematada que apunta a la perfección.
El pulsador de los intermitentes
Los intermitentes se cancelan automáticamente a los 10 segundos o a los 150 metros recorridos, sin embargo su pulsador se sitúa ciertamente alejado del pulgar izquierdo; tanto es así que, con una mano XL, como la de un servidor, es necesario restar un buen grado de control sobre el puño para accionarlo.
El pivote
Sí, el segmento alargado dispuesto para extender el caballete lateral queda situado justo debajo de la estribera, lo que dificulta primero su localización a tientas con la bota y luego incluso su extensión, obligando a cierta contorsión con el tobillo. Esta maniobra no entraña ninguna dificultad, sino más bien una incomodidad para quien mide 1,91 m, como un servidor; si bien es cierto que puede comprometer parte del equilibrio en parado a motoristas de otras tallas y sin una debida habilidad.
Opinión sobre la 1290 Super Duke R
Una moto sorprendentemente cómoda, de muy fácil manejo, que se percibe muy suave al conducir. Una súper naked con una estabilidad imposible de reprochar y rápida en el giro, sobre todo empujándola con la rodilla exterior en la solapa del depósito. Una moto sofisticada, con un equipamiento de vanguardia que KTM ofrece en el mercado por un precio francamente competitivo.