Muchos acérrimos de la marca italiana, que incluso llegan a formar una corriente ideológica dentro de sus filas y de su propio organigrama, piensan que la concepción ideal de una motocicleta es el bicilíndrico en ele. Así es que se nos ocurre que ésa puede ser una de las razones fundamentales que ha llevado a Ducati a mantener esta arquitectura motriz de siempre dentro de su gama ultradeportiva.
Pasemos pues a analizar esta dos cilindros desde todos los puntos de vista y en los escenarios naturales para los que ha sido creada, tomando un especial protagonismo en el circuito del Jarama donde realizamos la prueba de la moto.
La Belleza de la Panigale V2
Tan sólo una anotación previa, antes de entrar en materia.
Sobre la arrebatada belleza de esta criatura, no vamos a hacer ningún comentario, únicamente invitamos al lector a que la contemple en las fotos, recomendándole que, a ser posible, la contemple en vivo…
Bueno, sí, para no mentir, añadiremos un único apunte, bastante descriptivo, eso sí. Por vicisitudes particulares de la prueba, que no vienen al caso, nos tocó lavar y pasar después una gamuza sobre las formas de esta Panigale V2. Solamente decir que frotar y ver cómo el brillo tomaba toda su viveza al paso del trapo representaba en sí mismo un verdadero placer que muchos, muchos motoristas sin duda sabrán valorar.
Posición sobre la Panigale V2
Sin concesiones: es absolutamente de carreras. Los semimanillares no sólo se anclan bajo la tija superior, como manda la categoría doble erre, sino que además bajan directamente, sin elevaciones intermedias, como en otros modelos, con un ángulo que ataca directamente abajo, transmitiendo la impresión de ir agarrados directamente al eje delantero.
El trasero se empina sobre la línea de la pipa de dirección hasta los 840 mm del suelo, con una leve elevación en el extremo posterior de la plaza que ocupa el piloto. Sí es cierto que al colocar los pies sobre las estriberas, se nos antojan en una posición más o menos retrasada, pero sobre todo con una elevación considerable. Más tarde, sobre la pista, comprobamos que esa primera impresión de la calle se reduce por momentos, gracias a las tremendas inclinadas que un simple probador, como quien firma, puede alcanzar sobre esta soberbia deportiva.
Esta postura racing puede representar una auténtica tortura pasando con la Panigale “pequeña”, por ejemplo, por el túnel de la M-30, o cualquier 30 de España, con un límite de 70 rigurosamente mantenido. De una forma natural, cargamos el peso sobre las manos, cuando deberíamos sujetarlo con las piernas, y creemos castigar las muñecas, mientras que en la realidad machacamos los trapecios y las cervicales, con una molestia que realmente castiga nuestra resistencia al final de ese túnel, o antes incluso.
Sin embargo, en cuanto tomamos algo de velocidad, y superamos los cien por hora, el viento pasa por encima de la cúpula recortada y apunta hacia nuestro vientre, para que podamos recostar parte del pecho sobre él.
Luego, cuando empezamos a enlazar una curva con otra en la carretera, con la rabadilla bien parapetada contra el colín imaginario de la plaza trasera, la postura aporta todas esas comodidades para hacernos sentir de una forma completamente natural. Todo se ajusta y nuestro cuerpo sincroniza con el son deportivo que marca esta Panigale. Este efecto tan peculiar sobre la postura, pudimos analizarlo de forma general en este artículo.
Por otro lado, siendo una deportiva de categoría intermedia, colocada entre las super sport 600 y las Super Bike de calle, el espacio que ofrece para la plaza del piloto resulta más bien generoso. Desde luego, no es la que disfruta un ministro en su berlina oficial, pero con el 1,91 m de un servidor, se podía acoplar a la recta del circuito con una mínima dignidad, sin contorsiones, aunque lógicamente con los codos por encima de las rodillas.
Cómo va el V2 de la Panigale
Suena extraño al ralentí, incluso a algún lector se le podría antojar descompasado. Sí, es posible. Pero es necesario aplicar un poco de paciencia, y dejar hacer a esta Ducati, porque no en vano estamos ante la sofisticación más puntera en lo que a tecnología de bicilíndricos se refiere.
Efectivamente, el V2 Superquadro de esta Panigale es capaz de pasar la severidad que marca el rasero de la norma Euro5, que no es poco, y lo hace montando nuevos inyectores, con respecto a su predecesora, la 955, además de nuevos conductos de admisión y un nuevo escape, con sus interioridades completamente rediseñadas.
El caso es que este bicilíndrico, evolucionado hasta el extremo, ofrece ese sonido peculiar al ralentí, que podríamos definir como el de una orquesta sinfónica afinando todos sus instrumentos, justo antes de interpretar una partitura universal.
Así, cuando alcanza las cinco mil rpm, todo se acopla, los sonidos metálicos desaparecen y las explosiones eclosionan en una pulsación uniforme, que a partir de ahí, y hasta el corte, se escucha como un sonido continuo por la boca del megáfono, para envolver e impulsar las emociones y el ímpetu del motorista que lleva encima.
Independientemente del modo de conducción que selecciones, incluido el “Race”, el empuje se siente previsible y uniforme, tan lleno de potencia (155 CV) desde el rango más bajo hasta la cúspide de la aceleración, donde el bicilíndrico no se vuelve loco, en absoluto, sino que continúa empujando con la nobleza y el brío que nos ha sacado de la curva anterior.
Efectivamente, podríamos decir que la nobleza es el valor más destacable que define el carácter de este motor. Hablamos de un 955 que empuja y corre, corre mucho, pero desarrollándolo de una forma asimilable para un motorista con experiencia, sin necesidad, ni mucho menos, del nivel propio de un piloto.
Así lo pudimos comprobar, poniéndolo a juicio en la salida del carismático ángulo de Bugati, en la legendaria pista del Jarama. Allí, teniendo delante una buena rampa ascendente, abrimos a fuego con la Panigale aún inclinada, pisando con ganas la estribera exterior, preparándonos para un derrape que finalmente no se produjo. La moto no deslizó ni un milímetro, algo que también dice mucho acerca de los Pirelli Diablo Rosso Corse II que calza, aunque es cierto que ajustamos la presión con un manómetro, algo a tener muy en cuenta a la hora de entrar a circuito versus andar por la calle.
En la recta, los 5 CV y los 2 Nm extra que desarrolla esta V2 con respecto a la anterior 955, eliminan por completo esa leve sensación que transmitía la “antigua”, haciéndonos pensar que el desarrollo final se quedaba algo corto. Esta Panigale de ahora estira hasta el último gramo de fuerza en cualquier marcha, manteniendo siempre un empuje ascendente. Lo pudimos comprobar sobre todo en la legendaria Rampa Pegaso.
A todo ello, el asistente del cambio quinck Shit perfecciona la aceleración, empalmando marchas hacia arriba, y facilita la frenada, con unas reducciones casi automatizadas.
Haciendo curvas con la Panigale V2
Como ya hemos adelantado, llevamos esta Panigale V2 a la histórica pista del Jarama, un trazado muy variado, para quien no lo conozca, con interesantes cambios de nivel, que nos permitió poner a prueba esta italiana en todas las circunstancias posibles.
Bien. Vayamos primero con el aplomo. Con 1.436 mm entre ejes, se percibía absolutamente imponente al paso por la curva dos, un codo ultra rápido a derechas, que tomas con el gas abierto a fondo, donde esta Panigale pasaba aferrada a la pista con una garra que incitaba a pasar cada vez más y más de prisa, en un trance que, sencillamente, resulta apasionante.
Ahí, colgando el cuerpo del fuselaje, la ergonomía de la V2 se ofrece como un firme asidero para las piernas, a pesar de la estrechez que muestra el conjunto. Lo mismo ocurría al abordar la susodicha Rampa de Pegaso, con esta Ducati completamente inclinada y el bicilíndrico empujando a tope, cuesta arriba.
Antes de eso, habíamos pasado por las eses de Le Mans, cuya salida dibuja un cambio de dirección tan radical que resulta difícil encontrar hoy día. Emerges de la profundidad que marca el peralte en la de izquierdas para sumergirte en el abismo que se abre en la de derechas.
Con esta Panigale (176 kg), salimos catapultados de la primera, con la tremenda impresión de que la segunda se te echaba literalmente encima. Sin embargo, nuestra protagonista giraba con una pasmosa facilidad (Ángulo dirección 48º) para meternos de cabeza en el viraje de derechas.
La Panigale V2 es una moto muy precisa
Todas las pistas de carreras dejan poco margen, pocos centímetros para el error, cuando se empieza a ir de prisa; pero en algunos pasos del Jarama este aspecto crítico se apura aun más.
Tal era, por ejemplo, la llegada a la ciega de arriba, donde se pasa bastante de prisa y donde debes apuntar el morro del carenado con mucha precisión. En este punto, parecíamos llevar el objetivo de un caza entre los semimanillares, porque la Panigale pasaba al milímetro por donde la dirigíamos muchos metros antes, incluso hasta rozar el intimidante escalón que marca en el vértice el piano interior.
Lo mismo ocurría en la bajada de Bugati, un paso de vértigo que te encoge el diafragma mientras te ciñes al arcén. Ahí, con la complicación de la pendiente, bastante pronunciada para lo que es un circuito de velocidad actual, la Panigale V2 marcaba su pisada por la línea sin el más mínimo amago de vacilación.
Finalizando la vuelta, la entrada a la recta de meta, con el gas abierto a fuego en tercera, desde el punto más inclinado, trataba de poner contra las cuerdas la parte ciclo de nuestra protagonista.
Sin embargo esta V2 no se movía nada más que con la mínima oscilación que le llevaba a copiar el terreno, transmitiéndonos con precisión de delineante cada micro rugosidad de la pista.
Cómo Frena la Panigale V2
Ni que decir tiene que el equipo de frenado pata negra, con pinzas Brembo Monoblock M4.32, de anclaje radial, y discos flotantes de 320 mm, representa en sí mismo una garantía para detener la moto de una forma total en el menor espacio imaginable. Pero esta Panigale V2 va más allá de ello, añade algo más con el diseño de su parte ciclo, tan vanguardista que hace apenas una década pertenecía al género de la ciencia ficción.
Al final de la recta del Jarama llegamos en alguna vuelta ligeramente por encima de los 250 por hora, y al levantar el cuerpo, tirando de la maneta a muerte sobre el cartel de los 200 metros, la pisada de la moto se sentía absolutamente firme, con un conjunto completamente sólido, aferrándose al asfalto como una garra gigante, y siguiendo exactamente, a la micra, la trayectoria que le marcábamos con los semimanillares, o con las piernas apretando su depósito (17 litros).
Este comportamiento irreprochable en las frenadas más extremas, con los 105 kilos de servidor encima, da a la Panigale V2 un extra que potencia de por sí la soberbia frenada de este mismo conjunto Brembo, montado en cualquier otra moto.
Así es la electrónica de la V2
Son cuatro los modos de conducción que se monitorizan sobre la pantalla TFT, de tamaño (4,3”) ajustado al discreto cockpic que modela la carrocería. Cada uno de ellos ajusta tanto el ABS, como el control de tracción en diferentes niveles y elige una curva de potencia más suave para la lluvia, o la más agresiva en el modo “Race”, que además desconecta el DTC y el ABS.
Todo ello, y el inventario digital que describimos a continuación queda controlado por una plataforma inercial (IMU) orientada en seis ejes.
Control del freno motor (EBC), Freno ABS en curva, Wheelie Control (anticaballito), son los recursos electrónicos que completan el amplio surtido de esta V2, con el asistente del cambio y el control de tracción ya mencionados.
Mejorable en la Panigale V2
El despliegue del caballete lateral depende notablemente del tipo de bota que calcemos. Mientras que con unas te lo llevas fácilmente con el tacón, con otras resbala, se escapa y encuentras alguna dificultad para extenderla. Pero no podemos señalar este aspecto, ni mucho menos reprocharlo como un detalle a corregir, ya que la pata de cabra queda acoplada con las fibras de la V2, formando parte aerodinámica de la propia carrocería.
Sí nos llama la atención la imagen que proyectan las estriberas del pasajero en el conjunto estético de la moto. Su calidad y ligereza son tan válidas como las de otros componentes de esta Panigale, lo mismo que su efectividad, dato el tipo de moto doble erre del que estamos hablando; pero su diseño rechina un tanto dentro del ejercicio creativo que han desarrollado los genios boloñeses del tiralíneas.
Precio de la Panigale V2
Se vende en dos colores: Monocromo Red Ducati y el nuevo White Red, a un precio de 18.490 euros.
Opinión sobre la Ducati Panigale V2
Esta deportiva bicilíndrica se sitúa en el término medio de las seiscientos y las bestias de mil con cuatro cilindros. Una deportiva con la que puedes hacer cada salida dominical por tu carretera de curvas favorita, para disfrutar de todas las facilidades que ofrece enlazando una ese con otra.
Pero por otro lado, es una italiana que se mueve en la pista con una pasmosa naturalidad. Esta V2 fluye con facilidad por cualquier trazado de carreras, sin estridencias ni apuros, con la sensación de que todo es sencillo y con la falsa impresión de que no vas tan de prisa como realmente lo haces. Sin embargo, cuando tomes el tiempo, tus cejas se elevarán porque en ningún momento hubieras dicho que ibas tan rápido.
Por otro lado, la Panigale V2 se presenta como una buena opción para todo aquel que quiere asomarse al mundo de las tandas libres, y aprender los secretos y las claves de la velocidad, sin que lleve un ogro empujándole bajo las piernas y contando, por otra parte, contando con un impulso en bajos que le perdone cualquier error en el paso por curva, sin que le deje clavado, saludando al control del circuito.
Motos que hemos probado relacionadas
*Nuestro especial agradecimiento a NEGAMI por la cesión de las magníficas fotos de acción.
⭐¿Cómo acelera la Ducati Panigale V2?
Es una aceleración contundente desde abajo, que se siente llena en medios y que empuja siempre de una forma progresiva y previsible hasta el corte del encendido.
⭐¿Cómo se aguanta la Panigale V2?
Se siente un aplomo total en cualquier tipo de curva, tanto las más lentas como las de alta velocidad. Y además se fija al asfalto con una precisión que nos hace creer que vamos sobre raíles.
⭐¿Cómo frena la Panigale V2?
Al igual que el aplomo en curva, se siente aferrada a la pista con una precisión milimétrica, haciendo mejor aun el equipo de frenos, de alto nivel, que monta.