En muchas ocasiones hemos apuntado, sin ir más lejos a la hora de probar una Harley o una Indian ,que los americanos hacen sus motos a su particular gusto y manera, y, si a algún europeo le apetece conducirlas, o incluso le interesa poseerlas, no le quedará más remedio que adaptarse a su particular génesis.
Bien. Allá por los años setenta, una marca japonesa trató de captar y entender la mentalidad motorista americana y, de esa forma, creó un modelo pensado y diseñado exclusivamente para las carreteras yanquis. Así fue cómo nació una moto de culto, con su particular carisma y un carácter tan marcado que creó su propia senda. Por supuesto, estamos hablando de la Honda Goldwing.
Por otro lado, BMW hizo ya, en décadas posteriores, su particular apuesta en el mercado americano con sus dos bóxer denominadas por las siglas CL, aportando al mundo custom dos motos teutonas, con no menos carácter y personalidad que la japonesa, y que dejaron su particular huella en el Lado Oscuro de las dos ruedas, incluso años después de su desaparición de los catálogos. Pero la andadura de BMW por el mundo custom no concluyó ahí, y el año pasado volvió a hacer las américas con su propuesta B de bagger, tomando como base el buque insignia alemán, en lo que a su motorización se refiere.
La marca bábara logró dibujar una moto de línea descendente, característica de una custom bagger, sin modificar la arquitectura ciclo de las K1600, y manteniendo además las llantas de la misma medida; unas llantas que, claro está, no lucen en el caso de la trasera, como en cualquier otra moto, al quedar obligadamente oculta entre unas maletas que no sólo se integran al completo en la carrocería, sino que constituyen un elemento fundamental de su personal estética.
Dos posturas en una sobre la K1600 Grand America
El manillar ancho y arqueado, que queda subido a unas discretas torretas, y más elevado aun por sendas barras que sirven de segunda prolongación, nos colocan el tronco, y sobre todo los brazos y las manos, en una postura casi trail. Con el asiento colocado por fuerza en una cota baja, las piernas, con los pies puestos sobre las estriberas de conducción por así llamarlas (con las palancas de cambio y freno), quedan más replegadas, al modo y estilo que lo harían, por ejemplo, en algunas nakeds actuales.
Llevando los brazos completamente estirados y abiertos en la justa medida para entregarnos a una conducción placentera, colgamos el peso del tronco sobre nuestros dorsales, para que, de esa forma, se nos coloque el cuerpo en una posición que termina por resultar muy cómoda a la hora de hacer una monótona travesía por la autopista. Por otro lado, el espacio y los elementos de conducción de la Grand America también nos permiten retrasar nuestras posaderas hasta el tope de la plaza, para echar el tronco ligeramente hacia delante y predisponernos así para una conducción efectiva en el tránsito por una carretera de curvas.
Pero a pesar de ofrecer esas dos opciones, el apartado sobre la posición de esta touring no termina ahí, porque delante de esas estriberas de conducción, bastante más adelante, se sitúan dos amplias plataformas abatibles que nos elevarán los pies y estirarán las piernas para que viajemos colocados en una postura conocida en el mundo custom como “cruiser”. Una posición cruiser pura, en la que sentiremos esta Grand America con su genuina idiosincrasia inspirada en los Estados Unidos.
En Marcha con la BMW K1600 Grand America
BMW vuelve a lograr una vez más, y ya hemos perdido la cuenta, ese efecto esotérico de “adelgazar” la moto en marcha. Ya en el mismo momento de sentarnos sobre la Grand America y de tantearla entre las piernas, percibes la impresión de haber perdido algún que otro kilo con respecto de la imagen que proyecta fuera de ella, sin embargo ahí no queda la cosas, porque este efecto mágico va mucho más allá a partir del instante en el que soltamos el embrague para iniciar la marcha.
Las sensaciones que transmite esta gran touring en los giros y sobre todo en los cambios de dirección resultan tan sorprendentes que nos hacen creer que vamos subidos en una moto mucho más ligera. Y es que, en esta bagger, el efecto de su voluptuosidad, con sus maletas integradas en la carrocería, y más aún con el volumen de su baúl, es quizá mayor que en otros modelos de la casa alemana.
Lo cierto es que la sensación al maniobrar en el garaje y el apoyo en el paso por curva son, si cabe, más sólidos incluso de los que ofrecen otras cas; un efecto sin duda creado por el punto tan bajo sobre el que se sitúa su centro de gravedad.
Y es que en nuestro test a lo largo de una ruta retorcida, tuvimos la oportunidad de poner a prueba toda la parte ciclo, al pasar inclinados a un ritmo demasiado elevado para hacer turismo sobre los rizados y los badenes del firme, con la impresión de dejar la moto prácticamente en el aire, para sentir a continuación un supuesto aterrizaje. En esos trances tan comprometidos, la Grand America mantenía el tipo, sin dar la impresión de descomponer ni un ápice de su arquitectura, ni de desviarse un solo milímetro de la trayectoria por la que la guiábamos.
Motor de la Grand America
El hercúleo propulsor de seis cilindros en línea rebosa su par por los cuatro costados, y traslada el concepto de las vibraciones a un fenómeno decimonónico del motociclismo, que, en el caso particular de esta bagger, crea una sensación inédita al conducirla con su postura cruiser, una postura que, casi por sí sola, nos prepara para sentir no ya una vibración, sino un rotundo trepidar en la marcha, acompañado de un rumoroso petardeo.
Así pues, en la Grand America puedes sentirte extraño, si subes con una predisposición recalcitrante y purista, por así llamarla; pero lo cierto es que en el momento de abrir el gas y sentir el músculo inconmensurable del 1600, esa sensación tan valorada en el mundo custom, sigue resultando total, tan llena y contundente como la del bicilíndrico más grande. Y es que, ¡quién supera los 110 Nm a solo 1.500 rpm que entrega esta nueva bagger!
Por otro lado, el gran baúl trasero con luz propia interior y con capacidad para dos cascos integrales de talle XL, incluyendo sus salientes aerodinámicos, condiciona la marcha de esta Grand America, haciéndola particularmente sensible al fuerte viento, si excedemos los límites de velocidad en la autopista; tanto es así que la electrónica limita voluntariamente el motor a una marcha máxima a 160 km por hora. Aunque debemos de resaltar que esa sensibilidad al aire racheado se atenúa notablemente viajando con pasajero, creando un efecto aerodinámico distinto al surcar la atmósfera por encima de los cien por hora.
Y ya que hemos mencionado la electrónica, apuntar solo de refilón y sin entrar en la extensión de su oferta, tal y como nos tiene acostumbrados, que en la Grand America nos ofrece tres modos de conducción, entre los que incluye uno casi obligado para la lluvia. Lo cierto es que la entrega del seis cilindros se siente tan progresiva y predecible que con un buen tacto en el puño derecho, nos sobrará ese modo “Rain”, más aun contando con la salvaguarda del control de tracción.
El lujo de conducir una Grand America
La carrocería y la pantalla, más amplia que en la K1600B básica, te crean una sensación diferente al resto de las motos, que más allá de hacerte sentir protegido, te lleva envuelto, para hacer de nuestra posición a sus mandos un verdadero lujo para la conducción, prácticamente, en cualquier época del año, incluso surcando la lluvia, que tan molesta resulta, o incluso tan temerosa, para los nuevos y no tan nuevos motoristas.
Efectivamente, la sensación que se percibe tras la pantalla de esta soberbia touring es la de un verdadero lujo sobre dos ruedas, que nos invita a fluir por la carretera y dejándonos envolver por los entornos que vamos atravesando mientras nos invade la impresión de viajar sobre una limousine en equilibrio, un auténtico placer para sibaritas de la moto que solo conseguiremos entender si relajamos el ánimo, si apaciguamos el espíritu, y ponemos los cinco sentidos al servicio de nuestro propio deleite.
Y es que la Grand America no es una moto para correr, ni siquiera por la autopista. Cuando nos subamos a ella, deberemos mentalizarnos a la americana, dejando volar un poco la imaginación, ¿por qué no?, para sentirnos en una carretera de Arizona, con un límite de 90 por hora bajo la severa amenaza de la cárcel. De esa forma será cuando sintamos el verdadero placer de una fuga pausada en moto; una fuga tal vez sin rumbo, tal vez sin agenda, tal vez incluso sin reloj y quizá, quién sabe, con el teléfono olvidado en casa.
Parar la Grand America
Soberbia y graduable, todo un lujo, más aun si pensamos en el mundo custom, y sobresaliente dentro del mundo touring; así es la frenada que proporcionan los dos discos delanteros de 320 mm y las pinzas radiales a esta custom alemana, que es capaz de detenerse en mucho menos espacio del que cabe en nuestra imaginación, con sus 364 kilos declarados, y con un aplomo que sólo transmite confianza y seguridad en las retenciones más exigentes.
El freno trasero, por su parte, asegura en combinación con el Telelever la horizontalidad casi permanente de la moto, y contribuye a pararla, particularmente cuando va cargada con pasajero y equipaje.
El cromatismo de la BMW Grand America
No es habitual que comentemos la estética de un modelo, ya que preferimos dejar que sea el propio lector quien juzgue, según su gusto, el trabajo estilista de cada diseñador. Una, o varias imágenes, valen más que mil palabras, ¿no es así? Tan sólo en casos en los que resulte imposible transmitir ciertos detalles a través de la fotografías, o en los que no se puedan captar en todas las circunstancias, dejamos algún apunte al respecto.
En este caso, lo hacemos para resaltar el trabajo cromatístico que han realizado los diseñadores alemanes a la hora de elaborar la pintura en particular de esta imponente montura. Se puede decir que el juego que la Grand America hace con la luz es puro arte, o pura magia de los barnices y esmaltes sintéticos actuales.
Dependiendo del momento del día o de la noche, de sol o de las nubes, de la luz artificial o de la del amanecer, veremos la moto a veces en color pistacho, a veces en amarillo tal vez limón o en otras mostrando un dorado apagado. Diríase, a poca imaginación que se posea, que tendremos tres o más motos en una.
Mejorable en la K1600 Grand America
Las maletas laterales limitan su capacidad y particularmente la forma de aprovecharla en pro de una estética obligada para poder clasificar como bagger esta K1600. Desde luego este detalle resulta admisible como tributo a línea general del modelo; sin embargo la consistencia de las tapas que las cierran, se muestra un tanto delicada mientras permanecen abiertas y expuestas, más aún si queremos posar algún objeto de un mínimo peso sobre ellas.
La marcha atrás, más allá de un supuesto lujo, puede representar un recurso providencial en determinadas circunstancias, particularmente para salir con la moto aparcada cuesta abajo. Funciona con una rotunda eficacia, moviendo la moto con el seguro respaldo de su motor. Sin embargo en el momento de soltar el botón sufre un pequeño retardo con el cese de la tracción, algo que puede comprometer en cierta medida a los de menor talla, o a los menos habilidosos para mover una moto tan grande y pesada en maniobras de garaje.
Precio de la BMW Grand America
Teniendo en cuenta el remate de lujo, el prestigio de la marca y un equipamiento a la altura de una berlina de representación sobre dos ruedas, tal vez encontremos una suficiente justificación al precio con el que esta bagger alemana ha salido al mercado.
La marcha atrás, la llamada de emergencia o el equipo audio preparado para hacer funciones de navegador, así como el parabrisas automático, la iluminación mantenida de una forma inteligente sobre la horizontal o los puños y los asientos calefactados pueden representar suficientes argumentos, por no hablar del universo electrónico que se controla mediante la piña izquierda, con su característico rosco, y que se supervisa a través de la pantalla TFT de 5,6 pulgadas, centrada entre los dos relojes de esfera circular, como detalle personal de la saga K1600.
Todo ello sumado, tal vez y como decimos, justifique los 29.917 euros que fijan su precio recomendado.
Para quién es la K1600 Grand America
Una moto de inspiración tan americana que nos obliga en buena manera a sentirnos en aquel país o incluso a adoptar la mentalidad yanqui para disfrutar de la moto. Un modelo que combina de una forma muy lograda el estilo custom más clásico, desde la perspectiva bagger y en una postura cruiser, con la tecnología actual más avanzada sin que la simbiosis de estos dos espacios en apariencia tan distantes rechine mientras lo conducimos.
Una señora moto, una soberbia touring que invita a perderse por la carretera para abandonarse al placer de vagar dejando que la propia máquina nos lleve, con el silbido exclusivo de sus seis cilindros, mientras colgamos ligeramente el cuerpo de los brazos y dejamos la piernas completamente relajadas, con los pies avanzados reposando sobre sus plataformas abatibles.
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A mí me gusta mucho, será porque soy camionero por vocación y me encanta viajar, sin prisas