La competencia entre las pequeñas deportivas ha crecido, al mismo tiempo que se ha endurecido en los últimos años. La batalla por ganar esa categoría de Moto3 matriculadas se ha extendido a todas las marcas establecidas tradicionalmente, y también a las que poco a poco se van haciendo sitio en el mercado, elevando paulatinamente su número de ventas.
Este es el caso de Hyosung, que con esta dos y medio, propone a todos los que empiezan una moto-escuela para coger la posición, interiorizar la postura y sobre todo ensayar todos y cado uno de los movimientos que exigen una conducción deportiva, todo ello llevado por una aceleración y una velocidad inofensivas en el puño de un aprendiz.
Posición en la Hyosung GD 250 R
Estriberas retrasadas y alzadas, sin avisadores y además regulables, semimanillares cogidos a la altura de la tija y un carenado integral, recortado para dejar ver el chasis multitubular, triangulado y de sección redonda, robusto como el pilar de un puente. Al sentarte y cogerte al manillar, la posición no deja lugar a dudas y asume todo el compromiso para llevar a los más jóvenes directamente a soñar con el Mundial de Velocidad.
El Motor de la GD 250R
Discreto y recortado, resulta asimilable para cualquier mano. Por muy inexperto que sea el que vaya a subirse en esta Hyosung, no va a recibir ninguna sorpresa desagradable, incluso resultando brusco al soltar el embrague. Sin embargo, arriba, en el último tercio del cuenta revoluciones, ofrece un tirón muy agradable con sus nada despreciables 28 CV. Evidentemente, también, si has probado otras motos con potencia y prestaciones verdaderamente deportivas y esperas encontrar algo semejante, por la posición que brinda a su conductor esta Hyosung, has errado el tiro porque la GD 250 R no es tu moto.
Prueba en Marcha de la Hyosung en calle
Conducción Urbana
En ciudad, la Hyosung GD 250 R lucha por el título de campeona de la estrechez al moverse entre los coches parados, con un radio de giro muy ágil, tratándose de una deportiva; algo que se agradece mucho también en las maniobras de garaje. Además, llegado un caso extremo, es muy fácil plegar los espejos y volverlos a extender para no quedar bloqueado en alguna trampa urbana.
Rodeando la Ciudad
En el anillo más concéntrico de circunvalación de Madrid, la M-30, particularmente en su tramo a cielo abierto (ruego disculpas a los foráneos). Siempre respondo a los que me preguntan hasta dónde alcanza el radio de acción sin peligro de un scooter de 125 sin carné que el límite está justo hasta ahí, en la M-30, que obliga a un límite de 90 por hora.
Probando la Hyosung GD 250 R por el carril de aceleración, observé un tráfico denso pero que fluía con soltura a esos setenta u ochenta por hora. Retuve la marcha a propósito, y ajusté mi velocidad a la del tráfico que ya veía abalanzarse sobre mí como un río de coches. Bajé a cuarta y abrí todo el gas por el carril de incorporación. Llevé al máximo el motor y cambié a quinta instantáneamente, con él abierto al máximo en el instante siguiente y con el motor dándolo todo. Bien, hasta ahí era suficiente para subsistir en la vorágine de cuatro ruedas que se echaba sobre mí. Los coches se quedaban atrás para hacerme muy sencillo encontrar un espacio y filtrarme con esta estrecha asiática entre la manada.
La agilidad fuera de rango de esta dos y medio y la aceleración, siempre bajando una marcha para aprovechar mejor su par motor (23.5 NM a 7.000), es suficiente para circular con soltura y seguridad en un escenario como esta circunvalación M-30 de Madrid.
En un Territorio Salvaje
Ya he empleado este escenario en alguna ocasión, al hacer la prueba de una moto con limitación para el A-2 a 47 CV. Posiblemente sea el trance más complicado de la Zona Centro, y uno de los más hostiles de la Península, para una moto de potencia limitada…, y para cualquier moto. Este tramo se encuentra en la M-40 de Madrid, comprendiendo desde la A-3 (autovía de Valencia) hasta la A-4 (autovía de Andalucía), en sentido Sur. Supongo que por una mera cuestión demográfica, circula por ese tramo todo tipo de fauna asilvestrada -por no decir directamente salvaje- montada sobre cuatro ruedas.
Un tramo de la M-40 para cualquier motorista, subrayo: para cualquiera, por el que no debe de pasar abstraído en sus pensamientos. Además, a los individuos con coches de polígono en actitud beligerante, hay que añadir una considerable lista que no marcan a sus respectivos colectivos, pero que sí es cierto que se repiten con una frecuencia llamativa. Furgonetas urgentísimas, taxistas de carrera larga, furgones que dejan en ridículo la velocidad de las ambulancias, feroces camiones, cortos y acorazados, que como tanquetas de asalto llevan su carga a todo gas camino de la escombrera y automovilistas, también, con prisa en general, muchas veces contagiada de una forma estúpida por la vorágine que empuja ese tramo; sin olvidarnos, por supuesto, de las figuras espectrales que de cuando en cuando cruzan imprevisiblemente la autovía en busca de su paraíso perdido en una nebulosa suspendida sobre un poblado chabolista.
Bien, pues allí, con la Hyosung GD 250 R, hay que estar especialmente atentos para aprovechar la justa potencia que tenemos, escapando de las situaciones comprometidas que en un tramo así podemos encontrar. Si andamos ligeros con el cambio, si somos capaces de bajar dos marchas en un abrir y cerrar de ojos, por ejemplo, de sexta a cuarta, y así poder aprovechar el empujón que ofrece el motor en la parte más alta del cuenta revoluciones, estaremos a salvo.
Pero si, de otra manera, nos dormimos en sexta con un régimen bajo, o incluso medio, los 28 CV de la GD 250 R se quedarán cortos y sufriremos la falta de respeto que pone de relieve toda esa jungla descrita. Así pues, los que acaban de empezar, mejor, en cualquiera de los casos, que eviten trayectos como ése y que vayan cogiendo soltura en el manejo del cambio y, de paso, algo de intuición para presentir el siguiente movimiento de muchos de los conductores sobre cuatro ruedas.
Conducción en Autovía y Autopista
Colocando el trasero pegado al borde que se levanta para la segunda plaza, haciendo las veces de colín, lo cierto es que me encontré mucho más natural de lo que imaginaba, y pienso que, con una apropiada mentalización, se pueden hacer los kilómetros que nos separan de la montaña, o de cualquier escenario en el que disfrutar al máximo con esta Hyosung GD 250 R, sin pasar por un auténtico trago para nuestros riñones o nuestro cuello.
Por otro lado, los semimanillares tampoco es que vayan cogidos al eje delantero, con lo que dejan el tronco y los brazos con margen suficiente para conducir por ciudad sin tener que romperse la nuca para divisar con ángulo sobrado el panorama que tenemos en el frente. Todo esto, contándolo desde mi perspectiva del 1,91, para otros con una estatura más centrada en la media, sin duda que la posición sobre la GD 250 R le resultará más natural incluso.
En la Curva del Compromiso
Ya he explicado en la prueba de motos más grandes en qué consiste este paso. Ballagaro es mi curva de pruebas particular, y la llamo así por su semejanza con ese paso tan crítico del circuito del TT, en la Isla de Man, salvando la enorme distancia, claro está, ya que mi amigo Antonio Maeso pasaba por allí, en el momento de aplastarse la moto literalmente contra el asfalto, a unos 220 km/hora. Mi velocidad por mi particular Ballagaro es bastante más contenida, infinitamente más lenta, desde luego, pero este paso sirve perfectamente para hacer una primera prueba del chasis y las suspensiones de cualquier moto.
Bien, pues me lancé con la Hyosung GD 250 R por esa bajada a derechas, y al llegar al punto en el que la pendiente cambia de sentido, que está justo en el ápice de la curva para iniciar la subida, la pequeña deportiva no se inmutó; por supuesto mantuvo la trayectoria sin desviar ni un solo milímetro, pero además lo hizo si el más mínimo movimiento, sin la más pequeña ondulación. Perfecta, a una velocidad –la máxima a la que podía pasar por allí- que queda muy por debajo de las posibilidades de la parte ciclo que monta esta Hyosung GD 250 R. Y todo esto llevando la precarga trasera (único parámetro regulable de las dos suspensiones) más bien baja para mi peso, que no quise tocar en toda la prueba, digamos para sentirla en su forma más natural.
Prueba En el Circuito
Confieso que este particular cóctel que me encontré al subirme a la GD 250 R me rompió parte de los esquemas que me había hecho para completar su reportaje. Había proyectado imbuirme en el papel de un motorista muy novato –y lo hice-, pero con lo que no contaba era con una faceta en la que una deportiva de mil es a las SBK lo que esta Hyosung GD 250 R puede ser a una Moto3. Y resultó toda una agradable sorpresa.
¡Qué moto más divertida en un trazado tan retorcido y tortuoso como el de FK-1! Es la máquina a escala y medida para un circuito de ese tipo. Así es que el resultado fue un rato en el que lo pasé en grande y al que no encontraba fin. De hecho, a pesar de mi trabajo cotidiano en el gimnasio, los dos días siguientes a las tandas que hice con la GDR 250 R sentí unas considerables agujetas.
Efectivamente, divertida porque ofrece todas las posibilidades para jugar a ser piloto: Su asiento, estrecho junto al depósito y ancho detrás, que los de la talla de moto3 puedan alcanzar el suelo con las puntas de los dos pies, y ancho atrás, junto al colín para facilitar los movimientos más ágiles y sueltos en cada viraje, y sobre todo en los cambios de dirección.
[piopialo vcboxed=»1″]¡Qué moto más divertida en el circuito de FK-1! [/piopialo]
Frenada en el Circuito FK1
En la apurada de final de recta, la GD 250 R se muestra sólida y capaz, consiguiendo un excelente retención, aunque sí es verdad que llevándola al límite de deceleración con un tonelaje como el de un servidor sobre ella, se siente en la dirección una ligera, y lógica, deriva hacia el lado en el que se monta el disco de freno. En cualquier caso, nada que no se pueda controlar y contrarrestar sin problema. Por otro lado, no aprecié ni un solo signo de fatiga en toda la prueba consiguiendo una frenada optima, a pesar de el trabajo extremo al que le sometí con apuradas en el límite de adherencia de la goma delantera, y con la trasera en vilo, o derivando en muchas ocasiones. Por cierto que el freno trasero retiene la moto mucho más de lo que cabría imaginar en un principio en una deportiva.
El momento del giro
En el momento de hacerla entrar en la curva, es un punto que la GD 250 R resuelve con la lógica facilidad de su categoría, por tamaño y ligereza, aunque su geometría, también tiene los suyo que decir, claro está. En el paso por curva, sobre todo en los virajes más tortuosos, es imbatible, un paso a ritmo de récord con la facilidad de un simple gesto. Por otro lado, la ergonomía ofrece una libertad y adaptación a nuestros movimientos asombrosa. En algún momento me sorprendí a mí mismo, encontrándome de lo más natural, en plena curva, bien tumbado y con la cabeza fuera de la carrocería a una altura tan baja como la de la cúpula del carenado. ¡Impresionante! Me sentía como en una superdeportiva de mil.
Sí es verdad que necesité de unas primeras vueltas para vencer el vértigo que sentía a la hora de inclinarla al máximo. Acostumbrado a medias atrás entre los 180 y los 200, o más, de ancho, manejar los suficientes 150 que monta esta Hyosung es como caminar sobre el cable de un funámbulo. Sin embargo, al cabo de unas vueltas, la confianza que me ofreció esta Hyosung fue total, llegando a echar en falta, incluso, algo más de distancia libre al suelo, con unas estriberas que llegaban a rozar, todo sea dicha, porque el ajuste de la precarga en el amortiguador trasero –en el punto medio tirando hacia abajo- las dejaba un punto más bajo de la cuenta. Aun así, las inclinadas con sus neumáticos de marca desconocida para mí eran de verdadera impresión.
El Pasajero
La plaza trasera es llamativamente holgada para una deportiva, y mucho más en la categoría del dos y medio, además, lleva empotradas unas prácticas asas bajo el colín. Esta parte del asiento, la de la plaza trasera, se destapa girando la llave sobre la cerradura que monta entre el piloto y el pasajero, descubriendo un práctico hueco dentro del colín.
Los Espejos
Haciendo memoria y sin dejar los espejos, no recuerdo una deportiva, de la cilindrada que sea, que ofrezca una mejor visibilidad a través de los retrovisores. Incluso con un tipo tan corpulento, ofrece un campo de visión suficientemente generoso.
Consumo de la Hyosung
En primer lugar, un dato extremo que raramente registrará cualquier futuro propietario de esta divertida Hyosung. Es el consumo extra límite, con los 107 kilos de quien escribe a bordo fue de 4,1 l/100, realmente ridículo para el tute al que sometí a la GD 250 R. Y, por otro lado, yendo a un ritmo de unos 120 en autovía el registro fue de 3,4 litros a los 100,.
Vibraciones
Partamos de la base de que la Hyosung GD 250 R monta un monocilíndrico de factura completamente nueva y exclusiva para este modelo y su versión naked. En ese caso, en el de un solo cilindro, se siente vibrar, sí, lo sientes vivo, sin que llegue a molestar en las aceleraciones o a cansar viajando a velocidad constante. Sí es cierto que algún plástico del carenado acusa esa excitación del motor en torno a las cuatro mil o cinco mil rpm, pero de ningún modo se puede decir que este single de cuarto de litro tiemble o trepide.
Detalles
Las calidades de los materiales, en general, junto con el remate y los acabados constituían el punto más criticado en los anteriores modelos de Hyosung. En esta GD 250 R, las calidades que se pueden observar en elementos, como por ejemplo la tornillería, no son de grado extra o supremo, porque parece claro que no es el estatus de precio en el que pretende situare la marca, pero lo cierto es que resultan bastante dignas; lo mismo ocurre con la pintura, las soldaduras y el caso de los conmutadores, botones, puños o manetas.
La colocación del escape es todo un acierto, en previsión sobre todo de las posibles caídas, más frecuentes en parado y a baja velocidad entre principiantes que entre los que no lo son tanto. Y una concesión extra lo constituyen los latiguillos metálicos.
Los intermitentes compuestos con luces ámbar de led se ven de forma llamativa a pleno sol, no digamos ya en plena noche. Representa una garantía de seguridad. Lo mismo ocurre con la luz de alumbrado. Muy buena en ruta con la de cruce, confiada a uno de esos faros de lupa, y con la de carretera encendiendo el doble foco y alumbrando hasta una distancia suficiente para las prestaciones de una dos y medio.
Que se podrían mejorar de esta moto
- El puño de gas tiene un recorrido demasiado largo.
- La pata de cabra tiene su saliente justo bajo la estribera y resulta un poco difícil empujarla para desplegarla.
- Los testigos luminosos que forman fila debajo del display, no se ven, prácticamente, de día.
- El velocímetro es bastante optimista. Llegué a ver 172 km/h en nuestra pista habitual de pruebas, una velocidad sencillamente inverosímil con un tonelaje como el mío encima.
- Las vibraciones son, más o menos, las lógicas de un monocilíndrico de 250, la pequeña pega aparece en las fijaciones de la carrocería, que permiten que se filtren provocando algún grillo y obligando a su propietario a repasar periódicamente la tortillería, si es que le molestase su canto agudo.
Precio
3.499 €
En promoción hasta el 30 de septiembre, 2.945 €