Antes de subirnos a una moto, antes siquiera de pensar en comprarnos una, estamos obligados a dejar a un lado esa mentalidad ausente con la que viajamos en tren, en avión o, la más habitual, con la que conducimos un coche.
Dentro del coche, el viaje siempre es el mismo: Si hace frío, calefacción; si hace calor, aire acondicionado; si hace viento, apenas se percibe fuera algo más que un ruido; si llueve, se pone en marcha el limpiaparabrisas, incluso de forma automática. Dentro del coche nos sentimos siempre igual, independientemente de lo que nos envuelva. Con la moto, en cambio, cada viaje es distinto, cada salida lleva consigo un planteamiento diferente y puede resultar en muchas ocasiones una auténtica aventura, porque con la moto formamos parte de una simbiosis.
A lo largo de estos artículos haremos una alusión continua a varios conceptos imprescindibles para conducir una motocicleta con seguridad; conceptos que guardan la misma esencia contemplada desde distintos planos, y que en su conjunto apuntan al mismo fin, al control absoluto de la moto, al completo dominio de sus reacciones y de sus movimientos. Éstos son:
- La actitud anticipativa.
- La mentalidad de lucha.
- El espíritu aguerrido.
La actitud anticipativa.
El motorista debe de tener prevista cada escena, una a una, que le va presentando la carretera. El motorista tiene que anticiparse siempre a todo lo que aparece frente a él, y, aunque conduzca con relajación, está obligado a mantener un estado de alerta subconsciente mucho más sensibilizado que el conductor de cualquier otro vehículo. Tenemos que ir a por los obstáculos, a por cada elemento que nos presente la ruta en cada modo, las curvas, el relieve, los baches, los badenes… No podemos dejar que, simplemente, aparezcan y que lleguen a nosotros: debemos de ir a por ellos. Aprovechando la ligera ventaja en altura que tenemos con respecto a los coches, por ejemplo, tendremos que ir pendientes de lo que ocurre por delante del vehículo que nos precede, para que cuando llegue cualquier complicación, ya la tengamos prevista con el recurso correspondiente preparado para sortearla.
El motorista debe de mantener siempre una actitud anticipativa porque él –y esto no debe de olvidarlo nunca- es el más vulnerable de todos.
La mentalidad de Lucha
Precisamente por esa vulnerabilidad, el motorista no debe de replegarse nunca ante las adversidades. No puede abandonarse por puro temor a merced de su antojo. El motorista debe de concentrarse, unas veces más y otras no tanto, dependiendo de las circunstancias, en armar dentro de su cabeza una mentalidad, sólida y férrea, con la que hacer frente a las dificultades que le presenta la ruta. El motorista necesita forjar y curtir dentro de sí una correosa mentalidad de lucha.
El espiritu aguerrido.
Por último, fruto de ese estado de alerta, de esa anticipación y, sobre todo, de esa mentalidad de lucha, el motorista debe de engendrar, y luego ir alimentando poco a poco un espíritu tenaz y combativo, que nunca doblegue ante la adversidad. El motorista debe llevar para siempre dentro de sí, como una impronta inconfundible, un marcado espíritu aguerrido.
Estos conceptos abstractos que pueden aparecer de una forma un tanto árida al principio irán tomando su forma y cada vez más sentido a medida que vayan apareciendo en los artículos que trata este manual.
LA SIMBIOSIS EN LA MOTO: Percepción y Sincronía
Volvemos de nuevo al principio. Antes de pensar en comprar una moto, es muy importante saber que, al conducirla, formaremos parte de una simbiosis y que entraremos en un mundo de pura sensibilidad que podemos ver y sobre todo percibir en dos sentidos:
De la moto hacia nosotros y de nosotros hacia la moto.
Esa simbiosis de la que formaremos parte ensamblados con la moto está basada en la en la percepción y en la sincronía.
En la Percepción: De la moto hacia nosotros.
En este punto hablamos de todo lo que nos va transmitiendo la moto en marcha y de saber interpretarlo. Debemos llegar a distinguir, por ejemplo, dos casos que a menudo confunden a muchos motoristas. Cuando pasemos oblicuamente sobre una estrecha línea de pintura que levante un pequeño escalón sobre el asfalto, formado por las muchas capas que ha recibido, la moto reaccionará con un pequeño vaivén al subir y bajar esa línea. En cambio, cuando si al pasar sobre la franja de un paso de cebra la rueda resbalase ligeramente, la moto transmitiría otro vaivén similar, pero que no es el mismo.
En el primer caso, la mayoría de las motos de hoy en día serán capaces de copiar el terreno, de copiar esa bajada del escalón de pintura y transmitirla a través del neumático, la suspensión y el chasis hasta nuestros pies, nuestras manos o nuestro trasero. De la misma forma será capaz de copiar ese leve deslizamiento sobre el paso de peatones y transmitirlo hasta nosotros con un mensaje de matiz diferente del primero.
Si nuestra falta de percepción confundiera el primer caso con el segundo, fácilmente y por error, achacaríamos un fallo de adherencia al neumático. La peor consecuencia de esta confusión es la preocupante y casi inevitable pérdida de confianza y seguridad que nos va a conferir.
En la Sincronía: De nosotros hacia la moto.
[piopialo vcboxed=»1″]Todas las motos están dispuestas, atentas a nuestros movimientos para interpretarlos como órdenes[/piopialo]Se manifiesta en todos y cada uno de los movimientos que hagamos. Todas las motos, unas en mayor y otras en menor medida, están dispuestas, atentas a nuestros movimientos para interpretarlos como órdenes. A veces el más mínimo gesto de nuestro cuerpo, casi involuntario, es recibido como un mandato por nuestra moto y respondido a él con una maniobra que siempre se corresponde de la misma manera y en la misma medida con la fuerza y el ángulo de ese gesto nuestro.
Para hablar de esa sincronía, nos sirve como mejor ejemplo la reacción de una moto deportiva, de una doble erre. Si cuando abordamos una curva con una de estas auténticas máquinas de precisión, miramos, fijamos nuestra atención en un punto de referencia -por ejemplo, el ápice de esa curva- la moto irá hasta allí ella sola allí, únicamente con que lo pensemos. ¡Qué mayor sincronía se puede concebir que conducir sólo con el pensamiento!
Expresándolo de una forma lírica, diremos que el motorista y su moto forman una pareja de baile o una pareja de patinaje que conjuntan armoniosamente todos sus movimientos para evolucionar con una musical sincronía sobre la pista. Hacia algo como eso debe tender nuestra conducción de la moto en carretera.
Un apunte final de este capítulo:
Digamos que en una conducción deportiva se puede alcanzar una gran sincronía con el coche, pero nunca se usa circulando normalmente. En cambio, en moto, sí.
Bravo muy interesante
Muchas gracias, Jesús.
Muchas gracias, Juan, por tus palabras, y también por tu consulta. Tal y como nos la haces llegar, Manolo se encargará, encantado, de responderte en el próximo programa.
Un saludo.